Crisis de los pellets: el impacto ambiental de los voluntarios con rastrillos en los arenales "podría ser terrible"

El debate en torno a las milimétricas bolitas de plástico que desde mediados de diciembre llegan por kilos a las costas de Galicia está servido: por una parte, la Xunta confirmó este lunes que el material recogido del vertido de pellets no es tóxico y pide mantener la calma, mientras que diversos grupos de ecologistas y trabajadores del sector del mar avisan que es una amenaza terrible para los ecosistemas y que va a durar años.

Lo que parece estar claro es que, tóxicos o no, ya están teniendo un impacto ambiental en los arenales a los que han llegado, y que, igual que sucedió con el Prestige, los voluntarios y voluntarias han acudido en masa a la llamada de los ecologistas para limpiar las playas.

Pero como se suele decir en estos casos, el remedio puede ser peor que la enfermedad, y según Zulema Varela Río, investigadora en Biología por la USC entrevistada por El Correo Gallego, “el impacto ambiental de mucha gente con rastrillos en las playas puede ser terrible”.

Varela explica que el impacto más inmediato para el medio ambiente ahora mismo es que algún organismo marino o ave pueda comérselos, “lo que le producirá daños en el tracto digestivo”, algo que sólo podría darse “por un amontonamiento de bastante cantidad de pellets”, asegura.

Pero donde pone más énfasis esta investigadora de la Universidad de Santiago de Compostela es en la forma en la que se están quitando los pellets de los arenales pues “no hay un protocolo unificado y hay voluntarios que están utilizando rastrillos”, algo que tendrá un impacto medioambiental “terrible”.

Protocolo de actuación en los arenales

Según Zulema, la Xunta tendría que establecer un protocolo para todas las playas con “la mejor manera de quitar esos microplásticos”, porque pueden enterrarse al pasar por encima, y porque además existen zonas protegidas por donde la gente pisa y no debería.

“Evidentemente la presencia de esos pellets no es bueno y supone una contaminación”, añade Zulema, pero a esta investigadora le preocupa más el impacto de tanta gente en los arenales para intentar quitarlos que la propia presencia de las bolitas, aunque agradece el trabajo de la gente que intenta ayudar a retirar este material de las playas.

La experta asegura que aunque no están hechas de un material biodegradable y que podrían permanecer en el medio durante “muchísimos años”, no existe una manera segura de extraer las microperlas de la arena sin causar un impacto medioambiental enorme.

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