Cuento navideño con final feliz en Santiago: encuentran su capa perdida y el autor renuncia a la recompensa que ofrecía

  • Sebastián perdió su capa de tuno durante una noche de fiesta en Santiago de Compostela

  • Llegó a ofrecer hasta 200 euros por el manto, que tiene un gran valor sentimental para él

  • La persona que encontró la capa, que quiere mantener su anonimato, renunció a la recompensa que ofrecía

“Estoy moviendo cielo, mar y tierra para encontrarla”; con estas palabras, Sebastián Fernández, un miembro de la tuna de Derecho de la Universidad de Santiago de Compostela, que perdió su capa el pasado fin de semana durante una noche de fiesta en la ciudad, daba pistas al diario La Voz de Galicia del enorme valor sentimental que tenía para él dicha prenda.

“Estoy muy triste, muy dolido», afirmaba este chileno afincado en la capital gallega al no recibir noticias del paradero de su preciada capa de tuno.

El manto se lo hizo en el 2008 un conocido sastre de Santiago que ya ha fallecido. Se trata de una capa negra con forro rojo, adornado con escudos y cintas, y “llena de recuerdos y significado”, explica Sebastián, quien añade que “lo que más me duele es por las cintas. Varias me las había bordado mi abuela, que ya murió”, lamenta.

Desde que extravió su característico capote, no faltó un día en el que el tuno no saliera a preguntar si había aparecido en todos los bares por los que pasó la noche de autos, pero sin resultado.

 Apareció sobre el capó de un coche en el Campus Sur compostelano

Hasta este jueves, víspera del Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad, cuando un buen samaritano contactó con él para darle su particular premio gordo por adelantado: la capa había aparecido, “mi corazón se aceleró, no me lo creía”, apunta emocionado al diario.

“La noticia, con toda la difusión que se le dio, llegó a quien tenía que llegar, a quien la tenía: Victor, que prefiere mantenerse en el anonimato y que no quiso los 200 euros de recompensa que ofrecí”, relata.

El remitente había encontrado la capa sobre el capó de su coche, que estaba aparcado en el campus sur compostelano. Ambos suponen que alguien de fiesta se la debió haber llevado y “la debió dejar allí”, añade.

“Este cuento navideño tuvo final feliz”, confirma entusiasmado el tuno.

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