La abundante lluvia de los últimos meses en Galicia ha repercutido muy negativamente en algunos sectores clave para la economía gallega: el marisco se muere en los arenales por la baja salinidad del agua; los desbordamientos de los ríos han provocado graves destrozos en viviendas y negocios; y los cultivos se han echado a perder en muchas explotaciones agrícolas anegadas por el agua.
Nosotros hemos estado en la plantación de Alberto Carril, quien ha perdido prácticamente toda la cosecha por la crecida del río Umia.
“El agua ha entrado en el invernadero y está todo para tirar”, relata Carril, “las lechugas que estaban ya listas para salir al mercado están llenas de tierra por dentro y no valen para vender, y las que estaban en proceso de crecimiento tienen podridas las raíces”, explica.
Este agricultor de Rivadavia, en Pontevedra, es uno de los muchos que en Galicia cuentan las pérdidas de esta campaña en varios miles, y es que de 44.000 lechugas que ha plantado “no se va a poder vender ninguna”, asegura.
Un problema añadido para este agricultor es que las lechugas necesitan sol, y ese es el otro gran ausente en los paisajes gallegos.
En su misma situación se encuentran los productores de la zona de nabizas o de coliflor (la típica verdura que en Navidad acompaña al bacalao), que ven sus plantaciones ahogadas por los litros y litros de agua que han caído y aumentado el caudal del río Umia.
La situación crítica de los cultivos gallegos ya se está notando en los mercados. Productos como las nabizas, la nabicol, el brócoli, la coliflor o las lechugas, entre otros, empiezan a escasear en las plazas de abastos y lo poco que llega está muy por encima de su precio habitual: ¡como las judías, que han llegado a los 8 euros el kilo!”, contaba asombrada una clienta a los micrófonos de Informativos Telecinco.
A este paso el lacón habrá que comerlo sin grelos, o alimentarse a base de percebes, que saldrá más a cuenta.