Josefa tenía 74 años cuando, después de un tiempo pensándoselo mucho, decidió mejorar un poco su calidad de vida y colocarse un audífono. Su hija María José cuenta a la prensa local que “tenía un ruido que le molestaba y le iban a ensanchar el orificio del oído para ponerle un audífono, no quería más”; pero “le tocaron donde no debía”, añade, y dos meses después “murió por culpa de la operación”.
Josefa tenía tres hijas y un marido con el que llevaba cincuenta años casada, y a quien, por las restricciones del covid, solo pudo ver en los instantes finales después de dos agónicos meses en el hospital.
La operación, considerada de “escaso riesgo”, consistía en ensanchar el conducto auditivo para poder colocar el audífono pero se pinchó en una zona que provocó la salida de líquido cefalorraquídeo.
Esto sucedió en 2020 y el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia ha condenado ahora al Servizo Galego de Saúde a indemnizar a la familia de Josefa con 172.000 más intereses por “mala praxis” en el Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo.
El alto tribunal ratifica la sentencia del juzgado de lo contencioso administrativo número 2 de Vigo, que encontró mala praxis en la intervención quirúrgica, y considera probado que la incisión fue “letal de necesidad”.
La paciente había sido operada de un quiste a los 16 años y desde entonces carecía de barrera entre el conducto auditivo y el interior del cráneo. El tribunal señala a los facultativos por no haber comprobado el estado de la zona que se iba a manipular y la cirujana alega que no conocía la inexistencia de esa barrera. La otorrinolaringóloga aseguró durante el juicio que “si lo llego a saber, no toco ese oído”.
Sin embargo, la intervención figuraba en la historia clínica de la mujer, algo que resultó concluyente para considerar probada la mala praxis.
Josefa llevaba cuatro años yendo a consulta por un dolor en el oído y anteriormente había rechazado la operación pero en esta ocasión le habían explicado que era “una intervención sencilla” y acabó aceptando pasar por quirófano.
Ya nunca salió del hospital. A la fatídica operación le siguieron dos largos meses en el hospital sin poder levantarse de la cama.
La familia se queja de que “nunca nos informaron de que algo había ido mal” pese a que se la llevaron a la UCI en tres ocasiones y volvieron a operarla. No se llegó a cerrar la fístula por la que supuraba el líquido cefalorraquídeo y al final, “tras tanta exposición de esa zona tan delicada, se produjo una meningitis que resultó letal”.