Aritz Franco, el pequeño 'Ilia Topuria' vasco de 9 años: “Se crio en el tatami desde que era un bebé"

Ni fútbol ni baloncesto, al vitoriano Aritz Franco, de 9 años de edad, le apasionan los deportes de contacto. Comenzó practicando judo y un lustro, después, lo compagina con lucha libre y jiu-jitsu. “Y ya nos está pidiendo que quiere empezar a boxear”, apunta su madre Andrea Jiménez. Una posibilidad que, por ahora, no se plantean, porque el cuadrante para organizar la semana de esta familia de tres niños no da para más.

La pasión de Aritz por estos deportes le llega desde que era un bebé, cuando observaba a su padre David Franco durante sus entrenamientos de jiu-jitsu brasileño, “es que literalmente se ha criado en el tatami”, matiza. Con cuatro años le apuntaron a judo y la profesora ya advirtió a esta pareja de que el pequeño “tenía algo”, por lo que no les extrañó que un buen día Aritz les dijera con aplomo: “Yo quiero salir a luchar”.

Comenzó entonces a entrenar, primero en un gimnasio y, más tarde, en su propia casa, donde sus padres instalaron un tatami de 12 metros y “lo empezó a ganar todo”. El chaval despuntó en Euskadi y poco después, a nivel nacional, donde en 2023 ganó la liga Spain BJJ Tour ante más de mil niños. Y de ahí, al mundo: el pasado mes de noviembre, este vitoriano “loco por Ilia Topuria”, se convirtió en campeón mundial de jiu-jitsu, en Abu Dhabi.

Incansable

Con sus 25 kilos de peso, Aritz es un niño “incansable” que, cada semana, entrena alrededor de 15 horas, la mayoría de ellas durante el fin de semana, y “es capaz de correr 10 kilómetros en una hora”, añade Andrea, que destaca de su pequeño su capacidad para creer en sí mismo. “Muy noble”, “risueño” y “un poco chinche”, disfruta estando con su familia y, sobre todo, cuidando de su hermana pequeña, aquejada de un síndrome, y que es la debilidad de este jovencísimo deportista.

Es feliz”, resumen, por eso, conscientes de que hay gente que no aprueba su estilo de vida, ellos optan por apoyar la pasión de su hijo mayor por las artes marciales, aunque a veces tenga sus inconvenientes: “Hay días que se levanta a las 7 de la mañana y me despierta para entrenar”, se queja, en broma, David que estos años ha compaginado su trabajo como policía con los entrenamientos de su hijo mayor y que, ahora, sueña con la próxima apertura de su propio gimnasio en el barrio vitoriano de Zabalgana, donde medio centenar de alumnos ya esperan para que les entrene.

La afición de Aritz supone “un esfuerzo económico” para estos padres que, a pesar de todo, no quieren renunciar a que su pequeño pueda entrenar con los mejores. En unos días viajan a Manchester para entrenar durante un fin de semana en una academia infantil de jiu-jitsu y durante el verano, dos meses, los pasará en la academia AOJ de California, en Estados Unidos.

Además, la familia ha contratado los servicios de David Rojas, nutricionista de la UFC para que les asesore con la dieta de Aritz: “Solo se priva de caprichos cuando antes tiene una competición, pero por lo general lleva una dieta muy saludable en la que come de todo, de forma equilibrada y variada”. ¿El futuro? “Será lo que él decida, si un día no quiere continuar en esto, le apoyaremos exactamente igual que hasta ahora”.

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