Idoia Gesta, la joven artista que pinta cuadros con vino: "Siempre utilizo la copa como instrumento para pintar"

  • Una copa de vino olvidada en su estudio de pintura le sirvió de inspiración

  • En sus cuadros, hechos con vino, plasma movimientos, posiciones y saltos de danza, "mi otra pasión"

  • El crianza torna con el secado a colores morados y azules mientras que el picado cambia menos

El vino como material de pintura, el papel como soporte y la copa como instrumento para crear originales cuadros. La joven artista navarra Idoia Gesta Arriazu, de 26 años de edad, no necesita más para derramar su creatividad en una serie de cien pinturas que ha bautizado como ‘VN’ y de la que ya ha culminado 70 de ellas.

Hace ya cuatro años una maravillosa casualidad hizo que esta diseñadora de interiores olvidará durante una semana una copa de vino en su estudio de pintura. Al regresar, el caldo “se había picado” y, aunque lo normal hubiera sido tirarlo, ella pensó que, tal vez, podría pintar con él.

“Cuando empecé imaginaba que no pasarían de ser manchas de vino como las que se producen al derramarse una copa en un mantel”, se sincera. Pero su intuición la llevó a seguir experimentando “con papeles de diferentes gramajes” y “con distintas calidades de vinos”.

El resultado le gustó tanto que decidió crear una serie de pinturas en las que plasma su pasión por la danza con la intensidad de los tonos obtenidos con el vino tinto. “Bailo desde que tenía cinco años y quería representar las posiciones de ballet, el movimiento y los saltos”, con esta técnica tan original.

El cambio de tonalidades durante el secado

“No empleo pinceles, siempre utilizo la copa para hacer mis cuadros”, matiza. Con mimo, unas pipetas de cristal para medir las cantidades y realizar los detalles que requieren de mayor precisión y la copa de vino a modo de pincel, Idoia se enfrenta al temido papel en blanco. Frente a la lámina, solo se concede poner música ambiental "y, en ocasiones, por qué no degustar una copita de vino mientras pinto".

Aunque ha experimentado con vinos blancos y rosados, finalmente optó por centrarse en el vino tinto de año, pero también crianzas e incluso algún reserva. “Utilizo muy poca cantidad”, advierte para tranquilidad de los amantes del vino que podrían considerar un sacrilegio que semejantes caldos acaben sobre un papel en lugar de en una copa.

Con el paso del tiempo ha ido perfeccionando la técnica: “Solo empleo un conservante que lleva habitualmente el vino, pero no lo mezclo con agua ni con cualquier otro elemento”, explica. Sin margen para el error, “no puedo borrar”, esta artista emplea "unas dos o tres horas" en realizar cada una de sus obras, “una vez que se seca el vino no puedo echar más”. Después toca esperar.

Durante el proceso de secado, que suele prolongarse entre tres y cuatro días, surge la magia: “El vino es un material vivo y los colores cambian del rojo/granate, cuando está húmedo, a tonos morados e incluso azules una vez seco”.

Idoia emplea, en ocasiones, vino ‘picado’, aquel que ha sufrido un proceso oxidativo debido a la presencia de aire y de bacterias acéticas, para lograr tonos más apagados, “con este tipo de vino la transformación del color es menor”, aclara.

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