Por escrito y sentados, así se piden los pintxos ahora en algunos bares de Donostia: "No queremos cargarnos la tradición"

¡Cuanto hemos cambiado! Primero llegaron las mamparas protectoras de cristal que, por cuestiones de higiene, separaban a los clientes de las pequeñas delicias culinarias dispuestas en las barras de los bares del País Vasco y que, por estos lares, denominan pintxos.

Ahora, irrumpen en escena los formularios que algunos establecimientos donostiarras han empezado a emplear, para pedir por escrito la comanda y que los pintxos sean servidos por el personal del local a los clientes mientras esperan en una de las mesas.

Un sistema que no a todos convence, por eso sus artífices defienden que pretenden mejorar el servicio y, en ningún caso, "pretendemos cargarnos la tradición de los pintxos, en Donostia”.

Sobre la mesa número 25 de Casa Alcalde, un establecimiento que lleva desde 1912 en la Parte Vieja donostiarra, encontramos unos cuantos impresos y varios bolis. “Solo tienes que rellenar en el formulario el número de la mesa, en este caso la 25, y luego cada pintxo de la barra tiene asignado un número, por ejemplo la vieira es el cinco, pues al lado pones la cantidad que quieres”, explica Manuel Alberto Batista, encargado de Casa Alcalde.

Colores y números

Esgrimen la “eficacia”, la “rapidez” y la “transparencia a la hora de cobrar”, como los motivos para poner en práctica un sistema que muchos sospechan está ideado para los turistas extranjeros. Un extremo que admite Batista, “es verdad que la Parte Vieja se ha convertido en una zona muy turística”, aunque asegura que los clientes del barrio no ven con malos ojos este nuevo método, sobre todo, “porque está pensado para casos en los que se van a pedir varios pintxos”, es decir, “no hace falta rellenar la hoja si solo vas a pedir uno o dos”, tranquiliza.

"Me parece estupendo para que quien está en la barra lleve el control de los pintxos que se cogen", "para pedir uno me parece excesivo, pero cuando vienes en grupo puede ayudarte a no liarte a la hora de pedir", son algunas de las opiniones de los clientes que este viernes 10 se tomaban una consumición en Casa Alcalde.

“Un pintxo de tortilla y uno de revuelto de setas”, “Dos vieiras”, “Por favor, un pintxo de jamón con pimiento verde”, solían formar parte de la banda sonora propia de los bares de pintxos. Unos lugares en los que la clasificación por números y colores empieza a tomar el control. “Los pintxos de color verde valen 2,90 y los amarillos 5,50”, explica Batista, en ese abanico hay pintxos azules por 3,50 y rojos por 4,50. “Así el cliente sabe lo que va a pagar”, aclara este hostelero.

Los más puristas añoran aquellos tiempos en los que el cliente cogía el mismo el pintxo que quería de la barra y tantos palillos reunía, tanto le cobraba el hostelero de turno; los hay a quienes, acostumbrados ya a las vitrinas, no les importa alzar la voz entre el ruido ambiente para reclamar al camarero, el pintxo del que desea dar buena cuenta mientras lo señala con el dedo; y hasta habrá a quienes lo de hacerlo por escrito les parezca bien. Todo sea por disfrutar de estas pequeñas obras de arte en miniatura. On egin! (¡Qué aprocheve!, en euskera).

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