Ion Areitio ha sido capaz de aunar con sorprendente éxito dos mundos, en apariencia, tan alejados como las redes sociales y la ganadería. Hace seis años este guipuzcoano de 32 años comenzó a subir a su perfil de Instagram vídeos de su trabajo en el caserío familiar y decenas, cientos y finalmente miles de personas, hasta los 27.700 seguidores con los que cuenta hoy, empezaron a ver sus publicaciones.

El contenido que publica nada tiene que ver con copiosas comidas en lujosos restaurantes, viajes a exóticos destinos o los ‘outfits’ de moda, sus vídeos cuentan su día a día entre el centenar de vacas que cría en su caserío para producir carne. “Quiero que quien coma nuestra carne, vea el trabajo que hay detrás y sea consciente del esfuerzo diario que supone llegar a obtener esa calidad de carne”, explica.

Muchos dirían que es un influencer, “algunos me llaman agro-influencer”, pero a Ion no le gustan las etiquetas, él se siente un ganadero que, eso sí, ha sabido aprovechar las “puertas que se me han abierto”, tras su éxito en redes.

Su bisabuelo, responsable de poner en marcha la ganadería Mugarrieta, en Hondarribia, “fliparía” si viera la tecnología en la que ha invertido su bisnieto “gracias a Instagram”. Los fabricantes, atraídos por su éxito en redes, le ofrecen sus productos para probarlos y promocionarlos: desde sensores, a collares GPS para sus vacas y tractores autoguiados que le permiten “hacer lo mismo que hacían mis bisabuelos, en menos tiempo”.

Ion es la cuarta generación que trabaja en el caserío familiar a los pies de Jaizkibel. En 2005, su abuelo enfermó y a su madre Izaskun le tocó ponerse al frente de la ganadería, Ion con solo 14 años comenzó a ayudar. Desde hace una década, él ha tomado las riendas y compagina su trabajo en el Golf de Hondarribia con la ganadería. En el camino ha tenido que sacrificar su pasión por el trial en bici, una disciplina en la que en 2018 se coronó campeón de Europa.

A diario se levanta cuando aún no ha amanecido para “pegar un repaso a las vacas” antes de incorporarse, a las 7 de la mañana, a su puesto de mantenimiento de jardinería del Golf. A las 14 horas termina su primera jornada laboral del día, come y 45 minutos más tarde “estoy ya en marcha de nuevo”. Con las botas calzadas y encima del tractor, preparando el forraje o, ahora en invierno, centrado más “en el trabajo de cuadra”, Ion afronta su segunda jornada.

“Este trabajo te tiene que gustar”, advierte. A pesar de todas las horas que lleva en activo, a Ion aún le quedan ganas para encender la cámara y subir sus publicaciones a Instagram. Sus seguidores, “muchos urbanitas”, otros aficionados al mundo de la ganadería a los que “les gusta aportar ideas” y algunos ‘haters’ también, han crecido tanto en los últimos meses que “no soy capaz de contestar a todos”, confiesa.

Al finalizar el día, este ganadero regresa a casa donde le espera su pequeño de dos añitos que le recarga la pila y quién sabe si, en unos años, cogerá el testigo para convertirse en la quinta generación familiar al frente de Mugarrieta.

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