Es justo reconocer que el botín del robo perpetrado este sábado a primera hora de la mañana en Donostia no era, precisamente, fácil de ocultar. Se trataba de un jamón 'Joselito', valorado en 700 euros. Claro que el ladrón en cuestión, lejos de pasar desapercibido con su jamón ibérico por la Parte Vieja de San Sebastián, fue dando el cante y acabó siendo detenido: "Ni él sabía que era tan bueno el jamón que se había llevado", se atreve a augurar Txema del bar Txakolina que añade que "al parecer, estaba un poco perjudicado".
Lo cierto es que habilidad no se le puede negar. Los hechos ocurrieron sobre las siete de la mañana del pasado sábado. A esa hora, el establecimiento hostelero Casa Gandarias, situado en la calle 31 de agosto de la capital guipuzcoana, estaba aún cerrado al público, pero la puerta se encontraba abierta.
El ladrón aprovechó para entrar con sigilo y descolgar uno de los jamones que cuelgan sujetos por un gancho sobre la barra, muy cerca de la entrada. Nadie se percató de lo ocurrido y el joven pudo marcharse del local como había entrado, bueno, en realidad como había entrado no, sino con el jamón al hombro.
Durante un lapso de tiempo perdemos la pista al protagonista de este insólito robo ibérico, aunque al parecer el joven, tal y como ha podido saber El Diario Vasco, pasó por la zona del puerto, ya que se alertó a la Guardia Municipal de que un varón había causado desperfectos en la terraza de un restaurante. Con la descripción aportada del sospechoso, los agentes comenzaron su búsqueda, pero hasta que dieron con él aún le dio tiempo de entrar en el Txakolina y pedir a la empleada que le abriera una botella de vino "que debió de robar en otro local", puntualiza Txema del Txakolina.
Tal vez animado por su buena suerte en el Gandarias, aquí también intentó llevarse uno de los tres jamones que cuelgan sobre la barra, pero "los tenemos atados con cuerda en vez de sujetos por un gancho y no pudo descolgarlo", explica Txema. Salió del bar, cogió el jamón 'Joselito' y se marchó por la calle tan pichi. Lo que no imaginaba es que tras su pista había una patrulla de policías que no tardaron en identificarle y detenerle. "A esas horas y cargando con un jamón por la calle era un pelín sospechoso", recalca.
La investigación policial se centró entonces en descubrir de dónde había sacado el indiscreto ladrón aquel jamón ibérico. La marca, Joselito, fue clave para que los agentes dirigieran sus pesquisas hacia el establecimiento de la calle 31 de agosto, donde la sorpresa fue mayúscula porque nadie había echado de menos la pata de jamón. Las imágenes de las cámaras de seguridad de Casa Gandarias revelaron el 'modus operandi', nada meticuloso, pero sí efectivo, del hombre que les había sisado horas antes uno de sus jamones sin levantar sospechas.
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