A Jesús, que lleva cerca de treinta años como patrullero de la Ertzaintza, se le puede pasar la fecha de un cumpleaños o un aniversario, pero las matrículas de los coches que se han robado en la zona las lleva grabadas en la cabeza. Su olfato especial para recuperar vehículos robados le ha llevado a localizar nada menos que 160 en solo seis años y medio. “Tengo todos apuntados”, asegura.
Además de los vehículos que ha localizado durante el desempeño de su labor policial, casi la mitad los ha encontrado estando fuera de servicio: “Me ha pasado de ir con prisa y tener que darme la vuelta para comprobar una matrícula porque al verla de pasada he sospechado que correspondía a un robo”, explica. Admite que su habilidad ha llegado a condicionarle “un poco”, porque “hay momentos en los que no puedo desconectar porque llevo las matrículas en la cabeza”.
Imaginen la dificultad que entraña encontrar un coche en concreto, entre el mar de vehículos que inundan hoy en día pueblos y ciudades, “es casi como encontrar una aguja en un pajar", dice. Sin embargo, este ertzaina de la comisaría de Erandio tiene un don para rastrearlos: “Yo no diría que es una habilidad innata, sino más bien una capacidad que he ido desarrollando poco a poco”, confiesa.
Esa curiosa destreza, innata o adquirida, no deja indiferente a nadie y mucho menos a sus compañeros del Cuerpo de la Policía Autonómica Vasca que no escatiman elogios hacia Jesús, al que no dudan en tildar de “máquina” o “crack”. “A veces resulta abrumador”, reconoce este agente al que los ánimos de otros ertzainas, algunos incluso de otras unidades y comisarías, le sirven de acicate para continuar con su labor.
El método de Jesús es, en apariencia, sencillo y está basado en memorizar la serie de la matrícula (es decir, solo las letras), porque “recordar la matrícula, números incluidos, de tantos coches sería imposible”. Después, anota en un pequeño cuaderno, que usa a modo de “chuleta”: la marca, el modelo y el color, “este detalle es fundamental”, así como si tiene alguna particularidad, como las lunas tintadas. En su labor de búsqueda le ayuda disponer de información sobre cómo, cuándo y dónde robaron el vehículo del que se ha denunciado la sustracción, y tener toda esta información actualizada.
Claro que a las anotaciones y a la prodigiosa memoria, entrenada por Jesús para recordar decenas de combinaciones de series de matrículas, marcas y colores de automóviles, hay que sumar “muchas horas de patrulla” y “dar muchas vueltas con el coche”. Su constancia y habilidad han dado frutos y Jesús se ha erigido en el terror de los ladrones de vehículos, demostrando que lo mismo encuentra un utilitario, que un coche de alta gama, una autocaravana o un camión nuevo recién matriculado.
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