Las abuelas ponen voz a la historia de los pueblos de Álava: "Es justo que sean ellas, siempre nos la han contado los hombres"
En el proyecto "Pueblos de Álava. De abuelas a nietas y nietos", 10 abuelas de 10 pueblos de Álava dan su testimonio
Los pueblos son Añana, Amurrio, Artziniega, Asparrena, Barrundia, Kampezu, Labastida, Peñacerrada, Agurain y Valdegovia
En marcha ya hay otros cinco nuevos relatos que amplían y transmiten esta cultura inmaterial
Itziar Herrán e Inma Roiz, dos periodistas, dos alavesas, dos mujeres y un proyecto en común: "Pueblos de Álava. De abuelas a nietas y nietos" que, en primera instancia, recoge el testimonio de diez mujeres que cuentan su historia y al mismo tiempo la historia de diez pueblos alaveses. “Era de justicia darles voz a ellas porque, hasta ahora, la historia siempre nos la han contado los hombres”, explica la periodista y escritora alavesa Inma Roiz.
Frecuentemente invisibilizadas, el papel de las mujeres ha sido siempre el de “transmisoras”, con una visión “muy de comunidad” y una historia más global, ya que “muchas trabajaban fuera, sirviendo ‘en casa del amo’, pero también en la crianza y las labores de la casa”.
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Es “justo” que mujeres como Jesusa Nieva, que a sus 92 años sigue poniendo macetas para embellecer su pueblo Barrio, en Valdegovía, pongan voz a la historia. Recopilar su testimonio de como de niña corría tras su padre con unas alpargatas sin suela y con 13 años se fue a servir a Vitoria a casa de un comandante al que ella llamaba “el amo”, y los del resto ha sido un proceso, al margen de los dictados del reloj.
Mujeres "supergenerosas"
Al calor de la lumbre, Itziar e Inma han entrado hasta la cocina, abierto los álbumes de estas “mujeres supergenerosas” y buceado junto a ellas en sus recuerdos: el trabajo solo puedo calificarlo de “maravilloso”, resume Inma. Así, Esther Cirión Vela de Artziniega les ha confiado que ella y su familia pasaron mucha hambre, que trabajó sirviendo en casas ricas de Balmaseda o Getxo con cofia y guantes, y que fue ama de cría de los hijos gemelos de su vecina. Cada dos horas, Esther con una niña recién nacida iba a casa de Cora, “un pecho para la mía y el otro para ellos”.
Eulalia Oribe, la cuarta de cinco hermanas, nació el Labastida y recuerda que ella no pisó un bar hasta que tuvo edad de hacerlo acompañada por su novio. Era otra época, una en la que "las mujeres no tenían poder de decisión". También era una época en la que se trabaja mucho: “Para lo poco que teníamos trabajábamos a lo burro, ahora con el tractor lo hacen en un santiamén”, recuerda Teresa Barrena, de Barrundia.
Matilde Zubiaurre recuerda como las mozas de Asparrena bajaban al baile en la plaza, aunque no les dejaban bailar agarrados, ni siquiera entre dos amigas. Solo jotas. A muchos kilómetros de Asparrena, Angelines Pinedo afianzó su relación con José Luis, que dos años más tarde se convertiría en su marido, también al ritmo de la música. En este caso, fue del acordeón que un joven tocaba los domingos en Peñacerrada. Bene Chasco, de Kanpezu, también contrajo matrimonio, en su caso con Ángel Gámiz, y lo hizo de blanco porque recuerda que, entonces, "todas se casaban de negro y a mí eso no me gustaba”.
Las conversaciones han versado sobre las costumbres, la gastronomía, el trabajo, el hambre, el amor o la familia y el resultado muestra lo diferente que ha sido la vida de una salinera de Añana, como Ascensión Iturralde, de la de la panadera de Peñacerrada, Angelines Pinedo, o de la de Teresa Barrena que en Barrundia "siempre ha vivido del campo". Sin embargo, todas las historias tienen algo en común, “muestran una mujer que siempre ha trabajado mucho, que siempre ha estado muy controlada y ha tenido que luchar por su libertad”, dice Inma, que añade otro rasgo común a todas las abuelas alavesas que les han abierto sus casas y compartido sus recuerdos: “Existe una relación de respeto y admiración entre ellas y sus nietas y nietos”.
Álava, desconocida y "preciosa"
A través de los relatos de estas diez abuelas alavesas se ponen en valor sus pueblos: Añana, Amurrio, Artziniega, Asparrena, Barrundia, Kampezu, Labastida, Peñacerrada, Agurain y Valdegovia. Y traspasan los límites geográficos de cada uno de ellos para poner en el mapa a todo un territorio, Álava que, muy probablemente, es la provincia vasca más desconocida, pero que “es preciosa” y “diferente”.
Esta primera parte se completa con un segundo capítulo que recoge los diez ‘imprescindibles’ de cada municipio. Los “cronistas” del lugar describen los principales atractivos del patrimonio histórico y natural del pueblo, así como su patrimonio inmaterial (costumbres, oficios, gastronomía, etc.). “Aquí vamos a poder conocer lo más bonito y desconocido, el patrimonio material e inmaterial. Estos diez imprescindibles son narrados por quienes conocen bien sus localidades, por aquellas personas que han dedicado tiempo a conocer los rincones y las experiencias más significativas, y muchas veces desconocidas para el resto”, han explicado Inma Roiz e Itziar Herrán.
El recorrido pausado para dar a conocer los pequeños pueblos, deleitándose con la zona rural y contando historias de los pueblos alaveses a través de las mujeres, no termina con estas diez abuelas y sus diez pueblos. En marcha ya hay otros cinco nuevos relatos que amplían y enriquecen este trabajo para transmitir la cultura inmaterial de las abuelas alavesas a sus nietas y nietos.
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