Laguardia, el "imprescindible" enclave rural de Álava para hacer una escapada, según National Geographic
Ha sido elegida recientemente por National Geographic como el quinto pueblo más bonito de España
Laguardia es una villa medieval que solo puede ser recorrida a pie
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Los mil y un encantos de un municipio alavés, situado en pleno corazón de la Rioja Alavesa, han hecho que la prestigiosa publicación de viajes National Geographic caiga rendida ante Laguardia. Este pueblo se ha convertido en un imprescindible en los distintos ránkings que elaboran desde esta revista.
Así si el pasado noviembre, la localidad se convirtió en el pueblo más bonito para visitar en otoño. Ahora, ha logrado escalar hasta el quinto de los cien enclaves rurales más bellos de España, “un lugar imprescindible para hacer una escapada”.
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Adentrarse en Laguardia a través de uno de sus accesos fortificados es lo más parecido a viajar en el tiempo, en concreto, al medievo. En las estrechas y empedradas calles de este municipio, solo se escuchan los pasos de sus vecinos y visitantes, los coches han de quedarse extramuros porque bajo la calzada, Laguardia esconde uno de sus secretos mejor guardados: los calados.
Una ciudad oculta bajo la superficie
Una red de al menos 200 cuevas donde mantener fresco el vino, ese que da fama a este pueblo y a toda la región, siendo una de las más conocidas por sus excelentes caldos y sus bodegas, algunas pequeñas y familiares, otras de renombre. "Laguardia podría ser recorrida casi en su totalidad por los pasillos subterráneos que conforman estas bodegas". Cada casa posee en su subsuelo la bodega correspondiente, "cuyas medidas no se relacionan proporcionalmente con las de la casa a la que pertenecen"; así existen casas enormes con bodegas pequeñas y viceversa.
La función de estos calados ha sido la de guardar y conservar el vino en las condiciones que este precisa, aunque en determinados momentos de la historia hayan podido ser utilizadas como refugios, o 'cuarteles' donde se conspiraba y se trazaban planos de guerra.
Recomienda National Geographic adentrarse en Laguardia con “calma”, una calma contagiosa que merece la pena recorrer sin prisas. A pie porque las calles no soportarían el peso de los vehículos. Una oportunidad para zambullirse en un paisaje de piedra que se levanta en un promontorio sobre un mar de viñedos.
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