Lo de sentir los colores es una expresión muy manida, pero que adquiere pleno sentido cuando conoces la historia de aficionados como Isabel Arcocha. Esta bilbaína ha transformado su coche blanco de alta gama vinilándolo con los colores del Athletic, el escudo, un león y por supuesto un ‘Aupa Athletic!’, bien grande. Hace unos días, la estación de metro de Moyua en Bilbao se transformó también en una réplica de San Mamés para animar al Athletic ante la final de Copa.
¿Un estado transitorio de locura? No, porque Isabel ha tuneado su coche en otras dos ocasiones anteriores. La primera en 2012, cuando circulando por la carretera unas mujeres que iban en coche le dieron la idea “habían puesto en el coche unas pegatinas rojas y yo quise hacer lo mismo con mi golf blanco”.
No lo dudó, y se plantó en la imprenta con la que suele colaborar para temas de trabajo. “Les pedí dos rayitas rojas en mi coche blanco, pero empezaron a enseñarme diseños y me vine arriba”. De allí, salió con el coche completamente cambiado.
Así viajó junto a su madre, de más de 80 años, y sus hijas a Madrid: “Íbamos sin entradas”, recuerda. Claro que eso poco importa cuando es la ilusión y as ganas de “generar recuerdos a mis hijas” lo que te mueve. Además, a Isabel al volante la guiaba otro sentimiento, el amor a su padre que era el verdadero forofo de la familia, “su Athletic del alma”, rememora emocionada Isabel.
Al contrario de lo que pudiera parecer, Isabel no sufre en exceso con el fútbol, pero claro que quiere que los leones se traigan, después de 40 años, la Copa del Rey a Bilbao. Ella, fue una de las afortunadas, que acompañó la salida que hizo la gabarra en 1984 y mantiene vívido el recuerdo de aquellos momentos. Lo mismo le gustaría que les pasara a sus hijas: “Qué digan, jolín mi ama, qué cosas hacía”, bromea.
Tres años más tarde, en 2015, Isabel volvió con su coche a la imprenta. El Athletic se enfrentaba en la final de Copa aquel año al Barcelona. Entonces, “lo rotulamos para verles perder 3-1”, pero lejos de venirse abajo, “nos enviciamos”.
Consciente de que algunos pensaran que “es de locos” tunear así su BMW por un equipo de fútbol, Isabel lo desmiente y argumenta su reiterada pasión por vinilar el vehículo, con el que se desplaza “para trabajar, hacer recados o ir a tomar algo”, con dos palabras: entusiasmo e ilusión.
A veces, a bordo de él, se olvida del aspecto exterior que luce su coche y se extraña de que algunos en la carretera se pongan a la par o le toquen la bocina. Solo cuando les ve grabando o sacando fotos con el móvil recuerda que, durante estos días, su coche es rojiblanco por los cuatro costados.
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