Para quienes vivieron en primera persona las terribles inundaciones que anegaron Bilbao en 1983, aquella fecha ha quedado grabada a fuego en sus memorias y sirve de hito para recordar otros momentos de sus vidas. Es el caso de Amaia del Río, que abrió su negocio de herbodietética en la villa vizcaína, “el mismo año de las inundaciones”, es decir, hace ya casi 41 años. Toda una vida tras el mostrador a la que esta comerciante quería poner un “bonito broche final”, ahora que iba a jubilarse.
La primera alternativa fue dejar su negocio en manos de un familiar, pero finalmente esta posibilidad no cuajó y por eso, optó por recurrir al programa Negozi-On puesto en marcha por la Diputación Foral de Bizkaia para emparejar, de forma gratuita, al vendedor de un negocio con el comprador idóneo. “No es un mero traspaso, se trata de transmitir un negocio, pero también ‘el saber hacer’”, recalca Teresa Laespada, diputada foral de Empleo, Cohesión Social e Igualdad.
El objetivo es que comercios, locales de hostelería y negocios, en general, que tienen tirón y funcionan, puedan seguir haciéndolo en otras manos y evitar que la jubilación de sus propietarios les aboque a bajar la persiana. “Abrir nuevos negocios está bien, pero no todo el tiempo hay que estar creando cosas nuevas, cuando las que existen funcionan”, apunta Laespada, de hecho, “son negocios que ya tienen su clientela, sus proveedores y sus locales y a los que se trata de dar de continuidad”, explican.
Con 40 años en funcionamiento, 24 de ellos en el mismo número 36 de la bilbaína calle Tendería, donde se ubica hoy en día, la herbodietética Txibirita parecía abocada a desaparecer hasta que, como en las piezas de un puzzle, apareció Karina Andreas Silva. Ella pasó de ser clienta durante los últimos 14 años a ser la ‘adquirente’ del negocio de Amaia.
“Un día entré a comprar y me enteré de que la tienda se traspasaba o cerraba”, recuerda. Esta dietista de formación tuvo claro que “no había que dejarla morir” porque es “una tienda preciosa, con deliciosos aromas a hierbas, regentado por unas profesionales de tomo y lomo que habían sabido hacerse con una clientela fija desde hacía muchos años”.
Aquello la animó a pensar en hacerse con el traspaso, pero “los números que les presentó el programa Negozi-On, la terminaron de convencer”. Este programa foral puso sobre la mesa las cifras del negocio durante los últimos años y eso es una garantía.
Amaia disfruta ya de su merecido descanso tras años de trabajo y lo hace además, sabiendo que su 'criatura', sigue viva y en buenas manos. La persiana de Txibirita sigue levantándose todos los días, el aroma a hierbas flota en el ambiente y tras el mostrador, ahora es Karina y su hija, quienes atienden a los clientes. “Yo he cogido el relevo de Amaia y espero que cuando la deje dentro de muchos años, sea mi hija la que siga”. Quién sabe si Txibirita pueda así convertirse en uno de esos, cada vez más exóticos, negocios centenarios.
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