Observados casi a cada paso. La videovigilancia convierte las calles en una especie de ‘Gran Hermano’ en el que casi nada pasa desapercibido al ojo que todo lo ve. Hay ciudades, relativamente pequeñas, como es el caso de Vitoria, en la que 600 cámaras graban, en algunos casos las 24 horas, desde los más inverosímiles lugares.
Estos dispositivos se instalan con el argumento de dotar de mayor seguridad a la ciudadanía, pero el Ararteko invita a emplear sistemas de seguridad "menos intrusivos" en algunos lugares.
En este sentido, considera que debería valorarse la proporcionalidad entre el delito que se pretende prevenir y el derecho al honor, a la propia imagen y a la intimidad de las personas. Ni en todos los sitios, ni en todo momento. Es decir, buscar el equilibrio entre la seguridad y el respeto a los derechos de los ciudadanos.
De hecho, a los vascos en general no les desagrada la presencia de estos dispositivos instalados en fachadas u otros elementos de mobiliario urbano "si se usan para garantizar nuestra seguridad". Claro que, "siempre y cuando, se haga un buen uso de esas imágenes y que no se ponga en riesgo nuestra intimidad", apunta una vecina de Bilbao. Hay algunos escépticos, que piensan que "en realidad no sirven para nada cuando pasa algo gordo".
Según el informe ‘Videovigilancia por seguridad ciudadana en el ámbito público de Euskadi', elaborado por el defensor del pueblo del País Vasco, “la legislación se está respetando”, aunque advierte de que hay otros sistemas de control que no cuentan con unas normas comunes. Por ejemplo, las cámaras móviles.
El Ararteko, Manu Lezertua, alerta de que hay abusos y vacíos legales en la proliferación de cámaras policiales. La carencia de una normativa común hace que algunos sistemas de control de más reciente implantación estén en una especie de vacío. "El problema es que no te enteras de que te están grabando, lo que puede perjudicar a tus derechos", explicaba en una entrevista radiofónica.
En opinión de Lezertua, una mayor regulación ayudaría a evitar los vacíos legales que hay en la videovigilancia, respecto a lo que no existe, ni siquiera a día de hoy, una regulación europea. Además, advierte de que el uso extensivo de la videovigilancia no se corresponde con el número de delitos que se registran.
Así, los agentes de la Policía Local de Vitoria han incorporado sistemas de videovigilancia en los uniformes. Una medida que no estaría justificada por las tasas de infracciones registradas en la ciudad, que no son las más elevadas del entorno. De hecho, siendo inferior la tasa de delincuencia en Vitoria que en Bilbao, la capital alavesa cuenta con más del doble de cámaras que la Villa vizcaína, 600 frente a 265.
Getxo, Rentería, Basauri, Zumarraga y Ermua son otros de los municipios vascos donde, según este informe, más cámaras de seguridad graban a sus ciudadanos, en su día a día. El estudio del Ararteko pone el ojo en los plazos de conservación de las grabaciones de las cámaras de videovigilancia, donde no existe un criterio común y también, en la señalética que nos advierte de que podemos estar siendo grabados y que, en su opinión, debería especificar datos para que los ciudadanos puedan ejercer sus derechos.
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