Desde 2021, cuatro días a la semana, Josema Gómez se sube a su furgoneta y conduce por distintas localidades de Gipuzkoa. Este vehículo es, durante esos días, su particular consulta psicológica. Este profesional lleva desde 2021 ayudando a personas en situación de sinhogarismo y personas que habitan en infraviviendas de este territorio vasco a “dar significado al malestar que sienten” atendiéndoles “en la calle”.
Las sesiones se realizan fuera de las cuatro paredes de una consulta tradicional, pero al calor de la furgoneta. Los casos son derivados a la Kam Unitatea, como se denomina este servicio, desde los distintos servicios sociales de base de Gipuzkoa, el servicio Vasco de Salud (Osakidetza) o entidades como la Red de acogida ciudadana, Cruz Roja, SOS Racismo y “yo lo que hago es quedar con ellos un día, a una hora concreta y en un lugar determinado”.
En una ocasión, atendió a un joven de 25 años que sufría enuresis ( se orinaba por las noches). Descartando problemas fisiológicos y tras compartir espacio en la Kam, pudo expresar sus emociones y este hecho que mantenía oculto para así entender que lo que le ocurría “no era nada raro” sino fruto de las experiencias traumáticas que había tenido que vivir en su proceso migratorio. “Pudo expresar y dar significado a su malestar y dejó de mojarse por la noche”, resume este profesional.
El primer paso es “crear espacio de confianza” durante la primera entrevista, y después “renovar el vínculo terapéutico en cada sesión”. “Algunas persona llegan en situación de crisis y necesitan expresar todo su malestar y otros optan por mantener las sesiones y continuar con las visitas para entender como han acabado así”, cuenta este psicólogo general sanitario.
Las consultas de este donostiarra en su unidad móvil psicológica son un fiel reflejo del sinhogarismo. Es decir, que la mayor parte de las personas que acuden a Kan Unitatea con Josema Gómez son hombres. “Habré atendido a unas 62 personas y de ellas, solo cinco o seis han sido mujeres”, apunta. Muchos de sus pacientes son jóvenes veinteañeros migrantes y de origen magrebí y el resto tienen entre 40 y 50 años y son nacidos en España. El 80 % no tiene medicación psiquiátrica, aunque “este dato es sesgado”, advierte, ya que “algunos tal vez la necesitaran, pero no tienen acceso a la red de salud mental, simplemente porque no tienen empadronamiento en la ciudad”.
La ansiedad, los ataques de pánico asociados a procesos migratorios traumáticos, el consumo de sustancias como el cannabis o el alcohol y las depresiones son algunas de las dificultades a las que más habitualmente se enfrentan quienes viven en la calle. Josema recuerda nítidamente las palabras que durante la pandemia le dijo una persona sin hogar: “Si coges a una persona, la despojas de todo y la pones en la calle en pleno invierno, en menos de un año tienes a un loco o a un alcohólico, o ambas cosas”.
La Kam Unitatea la gestiona una cooperativa de iniciativa social llamada Lotura Giza Garapena. Su éxito es tal, que para este próximo 2024, gracias a la financiación de la Fundación La Caixa, tienen previsto ampliar la flota y que una nueva unidad móvil recorra Gipuzkoa ofreciendo atención psicosociosanitaria a personas sin hogar. Llegando sobre ruedas hasta donde, de otra forma, no sería posible.
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