El cantante hawaiano Israel Kaʻanoʻi Kamakawiwoʻole se hizo mundialmente conocido hace más de tres décadas versionando 'Somewhere Over the Rainbow' con su ukelele. A pesar de lo que pudiera parecer, ese pequeño instrumento de cuatro cuerdas, de apariencia similar a una guitarra de pequeño formato, no es ‘made in’ Hawaii, sino que es una adaptación del 'cavaquinho' portugués y podría incluso tener raíces vascas. Lo que seguro tiene, a día de hoy y por obra y gracia de Enrike Solinís y de Miren Zeberio, es una versión kilómetro cero, llamado 'euskelele'.
Se trata de un instrumento de cuatro cuerdas, fabricado de manera artesanal por el luthier Guillermo Camacho, en madera de pino, nogal y cerezo.
Cada pieza es única y está pintada por Irene Irureta. "Comenzamos a idearlo hace ya dos años y durante este tiempo, hemos hecho muchos prototipos empleando lino prensado o materiales reciclados, aunque finalmente nos hemos decantado por la madera".
Solinís ha diseñado este ukelele vasco con una inconfundible forma que recuerda a las palas que usan los pelotaris en los frontones y cuesta unos 300 euros, “podemos afinarlo como un ukelele o con la afinación de una 'braguinha' portuguesa”, matiza. El instrumento ha gustado tanto que sus creadores se confiesan “desbordados”. Eso sí, si alguien sueña con tener a uno de estos recién nacidos en sus manos, apenas tendrá que esperar "unas dos semanas".
El 'euskelele' es la versión actualizada del guitarrico que, según recuerda este músico vasco, en el siglo XVII los canteros vizcaínos se llevaron a tierras portuguesas para amenizar el tiempo que les quedaba libre mientras construían la catedral de Braga. El guitarrico “era un instrumento de cuatro cuerdas muy similar a lo que hoy conocemos como 'braguinha' o ukelele y que se tocaba frecuentemente en la cornisa cantábrica”, explica el bilbaíno Enrike Solinís.
Desde Braga este instrumento viajó a Cabo Verde, Argentina, Brasil, Indonesia, Estados Unidos y llegó a Hawaii. “La forma es idéntica en todos los sitios y solo cambia el nombre 'cavaquinho', 'kerengong', 'timple' o ukelele”, apunta este apasionado de la música antigua.
Ahora a ese listado de nombres se añade el de 'euskelele'. Nace un nuevo instrumento y lo hace acompañado de un cuento familiar en el que música y relato se dan la mano, acompañados de “unas imágenes superbonitas” de ilustraciones Irrimarrak.
Son historias nacidas de la imaginación, pero con un trasfondo de realidad escritas por Juan Kruz Igerabide, como la de “una bruja a la que le pica una araña y tiene que tocar una tarantela para sudar el veneno de la tarántula”.
Los músicos Enrike Solinís y Miren Zeberio han creado este nuevo proyecto en el marco de su recién nacida editorial Erlea y se muestran "encantados y todavía algo sorprendidos" por la enorme acogida que han recibido. El objetivo es "acercar la música tradicional y antigua a los más pequeños", desvela este músico que fundó en 2006 el grupo de música antigua Euskal Barrok Ensemble, del que también forma parte la otra mitad de este proyecto, Miren Zeberio.
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