Le amputaron una pierna y tres años después es subcampeón del mundo de surf: "Ha sido mi terapia"

Aquel jueves, 1 de octubre de 2020, el profesor de Educación Física Ibon Oregi salió a correr junto a su amigo Jokin para preparar la Maratón de Valencia. No imaginaba que la vida iba a cambiarle drásticamente cuando un coche les atropelló en el arcén de la carretera que une Zumaia y Getaria. “A mí me pilló la pierna contra el muro y tuvieron que amputármela por encima de la rodilla”, recuerda.

El golpe físico y emocional fue brutal, a los 43 años pasó de estar dando clases y entrenando para una maratón a “encontrarme sin mi pierna izquierda”. Pero él es un superviviente y ha decidido refugiarse en el deporte para salir adelante. Así, tres años después de perder su pierna se ha convertido este 2023, por segunda vez consecutiva, en campeón de España de surf y ha quedado segundo en el campeonato mundial. “Es entrar en el agua y sentirme vivo”, admite.

Hay algo que no ha cambiado, antes y después de ese fatídico 1 de octubre, para este vecino de Markina (Bizkaia), que se trasladó un año antes del accidente a Zarautz “por las olas”, y es que “el deporte me da la vida”. Claro que su nueva situación le ha obligado a adaptarse y dejar aparcada su predilección por el triatlón, que en 2014 le llevó a participar en el Ironman de Hawaii, por otra de sus pasiones: el surf. “Ha sido mi terapia”, concluye.

"No fue mi culpa"

Si puede “todos los días”, haga frío o calor, se zambulle con su tabla en el Cantábrico. “Empecé tumbado sobre la tabla y, más tarde, un amigo que tiene un problema físico me dejó sus tablas para ir de rodillas”. En todo este tiempo, Ibon ha logrado ser autónomo para practicar este deporte, aunque “me cueste media hora lo que a otros les lleva 10 minutos”. Y, si necesita ayuda para acceder a algunos de los arenales más escarpados, ahí están sus amigos o sus hijos siempre dispuestos a echarle una mano.

Padre de tres hijos, de 18, 15 y 12 años, tras el atropello, “me negué a convertirme en el cuarto hijo para mi mujer”. Por eso, su lema siempre ha sido “para adelante”, a pesar de que admite que aún hoy tiene días en los que sufre bajones. “Si empiezas a pensar porqué a mí, si hubiera estado un metro más adelante… te vienes abajo”. Por eso, Ibon opta por refugiarse en la idea de que “ha sido cosa del destino” y, sobre todo, que “no fue mi culpa”.

Y en todo este camino le ha ayudado el ejemplo de su madre que con “sesenta y pico años aprendió a andar tras recibir el impacto de un rayo en la cabeza”. Si ella tiró para adelante y optó por seguir viviendo, él también. Vivir sin dejarse nada pendiente, como una conversación con la persona que conducía el vehículo que le atropelló. “Era una mujer con una vida dura, aquel día venía de currar limpiando en una fábrica y me dijeron que lo estaba pasando fatal tras lo ocurrido”, explica. En dos ocasiones habló con ella o lo intentó, porque “no paraba de llorar y de pedirme perdón”.

Un año y medio después del accidente que le costó la amputación de la pierna, Ibon recibió la invalidez total que le impedía dar clases. No fue fácil tras 22 años como docente, pero aquello “no me ha detenido”. En este tiempo, se ha formado como quiropráctico y se ha dedicado a entrenar y a cuidar de la familia. Además, ha sacado horas para desarrollar el proyecto ‘Aparretan Bizi’ con el que da charlas en escuelas, en las que “les muestro quién era yo y quién soy ahora y mi actitud ante la vida” y les presenta el surf adaptado.

Ibon reconoce que “no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos”. A él le falta la pierna izquierda y eso le genera dificultades diarias, pero a sus ganas y a sus sueños no les falta ninguna extremidad, por eso el año pasado viajó a Costa Rica y, aún sin estrenar 2024, ya planea ir en marzo a Australia.

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