Hace cuatro años y medio, la donostiarra Loreto Elorza se convirtió en la ‘izeba’ (tía, en euskera) de una pequeña de siete años que vivía junto a otros siete menores en un piso de acogida de la capital guipuzcoana. Juntas empezaron a pasar algunas tardes haciendo planes por la ciudad y a medida que ha ido pasando el tiempo incluso, han compartido fines de semana o vacaciones.
“En nuestro caso hemos procurado que viniera a casa todo lo que hemos podido, pero el programa es muy flexible”, matiza Loreto. La idea inicial era verse al menos una vez a la semana, pero cuando el trabajo no te lo permite las visitas se pactan cómo mejor convenga a ambas partes. “La peque nunca nos ha dicho que ‘no’ cuando le hemos propuesto pasar tiempo juntos”, se felicita.
Loreto y su pequeña ‘sobrina’ han formado parte del programa foral Izeba en el que, desde hace 14 años, voluntarios se prestan a acompañar y pasar parte de su tiempo con pequeños de entre 8 y 17 años que viven en acogimiento residencial.
Ahora parece muy lejana aquella primera noche que la niña se quedó a dormir en casa de Loreto porque en muy poco tiempo la pequeña se ganó un hueco en el corazón de esta familia y, casi al mismo tiempo, un espacio en su hogar. “Pequeñas cosas como tener su propio cajón con algo de ropa o sentarse tranquilamente en el sofá y elegir qué ver con el mando de la tele le fueron haciendo ver que aquí tenía su espacio”, relata Loreto. Su ‘sobrina’ poco a poco fue ganando en seguridad y a cambio esta familia ha recibido de la niña su inmensa gratitud y momentos únicos como “verla crecer, que se ilusione con venir a casa y que nos pida consejo”.
Desde hace dos meses, la pequeña sobrina de Loreto ha sido acogida de forma permanente por otra familia guipuzcoana, pero eso no ha roto el vínculo que las une. “Seguimos en contacto porque ella sabe que nosotros siempre vamos a ser su izeba (tía) y su osaba (tío)”, dice Loreto.
El departamento de Cuidados y Política Social de la Diputación de Gipuzkoa y la Fundación Baketik pusieron en marcha el Programa Izeba hace 14 años, desde entonces han participado más de 300 familias y solo este año se han promovido 87 relaciones entre menores y voluntarios. El objetivo es mejorar la calidad de vida de los menores tutelados mediante la creación de familias acogedoras de apoyo.
Ahora, Gipuzkoa busca 20 nuevas familias voluntarias que quieran compartir algo de su tiempo con menores de entre 8 y 17 años tutelados por la Institución Foral. Hay 11 niños y niñas que siguen sin encontrar una ‘izeba’ o un ‘osaba’ que se conviertan en su referente, que le dediquen parte de su tiempo y que le acompañen en este momento de la vida.
“Yo era consciente de que por mi trabajo no cuento con disponibilidad para acoger, pero este programa nos encajaba y podíamos aportar”. Loreto consultó la decisión con su hija de 23 años y se lanzaron. Desde aquel momento, no ha habido ni un instante de arrepentimiento, aunque “haya momentos difíciles porque está en la preadolescencia y yo eso con mi hija mayor lo tenía olvidado”, bromea Loreto que tiene claro que le gustaría mantener la relación con su ‘sobrina’ para siempre. Además, no cierra la puerta a convertirse de nuevo en ‘tía’ de otro menor, aunque se plantea que “quizá ahora podría ser ‘izeba’ de algún menor de 16 o 17 años para poder establecer una relación más de quedar a tomar un café, charlar un rato y acompañar desde otra perspectiva”.