El 14 de mayo de 2008 un coche bomba colocado por ETA destruyó la casa cuartel de la Guardia Civil de Legutio (Álava) y mató al agente José Manuel Piñuel Villalón. Días después, un ciudadano decidió no olvidar este asesinato y, desde entonces, lleva flores al lugar todos los domingos.
Piñuel tenía 41 años cuando murió, era natural de Melilla y su mujer, María Victoria Campos y su hijo de 6 años vivían en Málaga. Ese día estaba de servicio en el puesto de vigilancia situado a unos 16 kilómetros de Vitoria, cuando de madrugada estalló la bomba con más de cien kilos de explosivos. Hubo además cuatro heridos y el edificio quedó destruido.
Una semana después, Javier Manuel Pernía, un hombre natural de Santander que reside en Vitoria y que entonces pasaba diariamente por el lugar en coche de camino a su trabajo vio el cuartel en ruinas y quedó impresionado.
"Hasta que no lo ves no tienes esa percepción tan tremenda del poder brutal de la muerte", asegura en declaraciones a EFE. No había en el lugar ningún elemento de recuerdo, ni velas, ni flores, y tomó una decisión: "Homenajear, honrar y reivindicar a Piñuel".
Pernía afirma que el motivo de que empezara con este homenaje es el sentimiento de "gratitud" que tiene hacia las víctimas de ETA por "renunciar a la venganza y no responder al mal recibido con el mismo mal" y por su valentía por superar este "grado de violencia, de crueldad y de ensañamiento".
Opina que hay una "cierta tendencia" a considerar a las víctimas "como un fardo pesado e incómodo". "Hay que estar con ellas, que se sientan correspondidas y acompañadas" porque todavía falta mucho para "pasar página" desde el punto de vista judicial y para una reconciliación social "creíble".
Este compromiso lo ha prolongado durante 15 años y por este gesto el 12 de octubre, durante el acto en el acuartelamiento de Vitoria en honor a la patrona del Cuerpo, recibió la distinción "Tricornio Amigo de la Guardia Civil", premio que ha agradecido.
Acude en solitario semanalmente al solar (el edificio quedó derruido), renueva en silencio las flores de dos macetas que puso en el lugar, una en recuerdo a Piñuel y la otra en honor a su viuda y su hijo. También limpia la fotografía del agente colocada junto a la garita.
Igualmente la cambia por una igual cada inicio de estación porque se deteriora a la intemperie. Lo mismo hace todas las semanas con una cartulina que dice: "La estrella circumpolar". "Siempre está en el mismo lugar", significa que "hay algo que siempre permanece".
Durante estos años se han producido varios actos vandálicos en el lugar con la destrucción de las flores y pintadas en apoyo a la banda terrorista pero "afortunadamente", recuerda, desde que se detuvo a sus autores en 2019 no se han vuelto a repetir.
Cuando inició este gesto se puso como límite temporal repetirlo hasta que se reconstruyera el cuartel de la Guardia Civil. Pero eso no ha sucedido todavía, el proyecto nunca se ha materializado, pese a que el Gobierno se comprometió a ello y autorizó las obras en 2011.
Así que seguirá con este homenaje porque, según dice, no puede aceptar que quienes pusieron la bomba piensen "que se han salido con la suya". Este ciudadano, que no tenía ninguna relación con Piñuel ni con la Guardia Civil ni tampoco ha sido víctima del terrorismo, conoció a la viuda en 2012.
Desde entonces, aunque apenas tiene relación con ella, le envía los domingos por whatsapp una foto del lugar "y ella siempre responde agradecida", señala. En diciembre de 2010 la Audiencia Nacional condenó a sendas penas de 515 años de cárcel a los etarras Arkaitz Goikoetxea y Aitor Cotano.
Por preparar y ejecutar el atentado. También a ocho años de prisión a Iñigo Gutiérrez por un delito de colaboración en relación a este caso. Un año más tarde, el Tribunal Supremo absolvió a Cotano y a Gutiérrez y mantuvo la condena para Goikoetxea