A última hora de la tarde de este pasado domingo los viandantes que transitaban por los alrededores del Puente Santa Catalina de Donostia fueron testigos de un curioso rescate. Cuatro bomberos se lanzaban al río Urumea para 'salvar' el teléfono móvil que se le había caído a una persona mientras caminaba por el puente. El dispositivo estuvo en el agua alrededor de 10 minutos, pero “funcionaba perfectamente cuando se lo entregamos al propietario”, que lo recibió con "mucha alegría".
El peculiar rescate ha recibido una oleada de críticas por el despliegue para salvar un simple móvil. Sin embargo, Luis Zabala, suboficial de los Bomberos de San Sebastián defiende la actuación de sus compañeros: “Si nos llamaran a la base para este tipo de actuaciones no iríamos, pero ayer estábamos en la zona, con el traje de neopreno puesto y mojados”. “Somos un servicio público y no nos costaba nada echar una mano, no fue un esfuerzo extra”, explica a Informativos Telecinco.
Dos dotaciones de bomberos que “acababan de terminar unas maniobras acuáticas” llegaron a la zona tras recibir el aviso del peculiar incidente. No lo dudaron y cuatro profesionales, perfectamente equipados, se metieron en el agua. Allí, a dos metros de profundidad encontraron el móvil que pudieron devolver a su propietario que esperaba en vilo en tierra firme.
La actuación ha generado sorpresa y críticas a partes iguales. Por un lado, quienes no entienden que el dueño del dispositivo móvil llamara a los bomberos para avisar de su pérdida y por otro, los que aún no dan crédito a semejante despliegue para sacar del agua un móvil.
Molestos ante las críticas recibidas, los bomberos explican que el rescate se produjo para “evitar posibles accidentes”. No fuera que “a alguien se le ocurriera bajar al río a cogerlo porque se veía desde la superficie”, argumenta Zabala. De hecho, añade que se acercaron al lugar porque “acababan de terminar unas maniobras con dos motos acuáticas en la zona”, cuando se recibió el aviso en la centralita”. “Estábamos mojados, con los trajes de neopreno puestos y no nos costaba nada echar una mano”.