Las palomas 'toman' algunos colegios de Vitoria y el miedo se extiende: ya se ha cerrado un comedor escolar con larvas de paloma muerta

Las palomas están convirtiéndose en un verdadero quebradero de cabeza en este inicio de curso escolar en Vitoria. En algunos centros la elevada concentración de ejemplares tras el verano está generando ya problemas higiénico-sanitarios. El caso más acuciante es el de la escuela pública Ángel Ganivet que se ha visto obligada a clausurar el comedor de los alumnos entre 2 y 6 años por la presencia de larvas de paloma muerta en su interior. “El animal en descomposición está en un lugar de difícil acceso”, explicaban desde el centro. El Ayuntamiento vitoriano se apresuró a anunciar la retirada del animal, pero temen "que esta intervención no sea suficiente".

A la denuncia se suma ahora el colegio Lakuabizkarra. Hartos de que sus hijos convivan a diario con excrementos en el patio y palomas muertas en la red instalada sobre el frontón. Dicen que la unión hace la fuerza, de ahí que ya se hayan puesto en contacto con el colegio Ángel Ganivet para coordinarse en su demanda de soluciones.

Se estima que los 250.000 vecinos de Vitoria conviven a diario en la ciudad con más de 5.000 palomas. Muchas de ellas aprovechan el verano para hacerse fuertes en espacios poco frecuentados. Los colegios se convierten así en lugares idóneos para que las palomas aniden.

Patios cerrados por acumulación de heces

El cierre del comedor escolar de Ángel Ganivet ha sido el último capítulo de una larga lucha de los padres y madres de los alumnos contra la nidificación de palomas en los distintos edificios de este colegio. El volumen de excrementos que éstas dejan en los patios ha obligado a la dirección a prohibir, en varias ocasiones, a los más pequeños salir a jugar al patio, convertido en un foco de suciedad, como “medida de seguridad higiénica”.

Salmonela, psitacosis, tuberculosis o gripe aviar son algunas de las infecciones que pueden transmitir las palomas a los seres humanos. En muchos casos, sus excrementos son el foco para el contagio de estas enfermedades. La preocupación de las direcciones de estos centros escolares y de los padres y madres parece pues justificada.

En la lucha titánica del Ayuntamiento contra las plagas de palomas, los humanos ganan batallas, pero no la guerra. En Ángel Ganivet la actuación municipal, hace ahora seis años, para evitar que anidaran en el edificio de Educación Primaria fue un éxito. Pusieron una red en el frontón y las palomas se fueron. Pero no se alejaron demasiado, eligieron el edificio de Educación Infantil. “Se han llegado a contabilizar más de 15 nidos en las repisas que se forman en toda la estructura del tejado del patio y los excrementos se acumulan debajo de ellos, donde juegan los niños y niñas”, explican sus progenitores.

Mientras tanto en Lakuabizkarra, sobre las cabezas del medio millar de alumnos del centro cuelgan cadáveres de paloma de la red instalada por el Ayuntamiento para proteger el frontón de la presencia de estos animales. En el suelo se acumulan las heces, las plumas y la suciedad generada y con la que se ven obligados a convivir a diario los niños y niñas durante su horario escolar.

La solución no parece fácil. Se sanciona a quienes las alimentan, se instalan redes, se procede a la retirada de las palomas muertas y a la limpieza de los espacios atestados de excrementos, pero el problema sigue estando ahí. Desde el Ayuntamiento de Vitoria trabajan en buscar una solución, pero la paciencia de quienes las sufren empieza a agotarse.