“He llorado cuando tomamos la decisión, pero llevamos unos años con un nivel de ventas descendente y así no se puede subsistir. Sólo nos llega para pagar los sueldos”, cuenta a NIUS Elena Recalde, encargada de la librería Lagun, símbolo donostiarra de la lucha antifranquista y objetivo repetido de ETA.
Elena asegura que las últimas temporadas han sido duras porque “una librería independiente como la nuestra, sin apoyo de las grandes cadenas, lo tiene muy difícil actualmente. El mundo del libro ha cambiado tanto...”, se lamenta.
La responsable de la librería reconoce que ya se habían “planteado anteriormente el cierre”. Ahora es “un duelo inevitable”, que la gratitud de sus clientes fieles les está ayudando a sobrellevar. "Nos vamos agradecidos", afirma convencida.
“Es una relación muy personal de tú a tú. Esta mañana han venido dos clientes y se han echado a llorar. Uno de ellos, antiguo profesor de Filosofía, me ha dicho que se quedan huérfanos. Recibir tantas muestras de cariño me está impresionando mucho. Quiere decir que hemos hecho las cosas bien. Y es que en librerías como la nuestra se crea un vínculo muy especial con los lectores, que ahora se rompe”.
Elena es hija de Teresa Castells, fundadora junto a su marido, José Ramón Recalde, e Ignacio Latierro de esta “legendaria” librería donostiarra en 1968.
Una fotografía de Teresa, fallecida en 2018, preside el local. Su imagen da pie para recordar lo que esta mujer y su socio “padecieron” desde que decidieron emprender esta aventura comercial.
Lagun ha sido una librería "amenazada" por los violentos desde sus comienzos. Primero, por los intolerantes franquistas. Pusieron una bomba los Guerrilleros de Cristo Rey en 1975. Después, la kale borroka les colocó en la diana en democracia
"Recuerdo que fueron especialmente duros los sabotajes en los años 90. Entraban y nos tiraban pintura roja y amarilla. Nos han quemado libros y nos han roto muchas veces los escaparates. Lo más duro fue sin duda el atentado que sufrió mi padre”, dice la librera.
En el año 2000, José Ramón Recalde, consejero de Educación vasco, sufrió un atentado de ETA que casi acaba con su vida.
“La Ertzaintza nos dijo que no podían garantizar nuestra seguridad y la de nuestros empleados. A mis padres no les quedó más remedio que cerrar. Fue la solidaridad de muchas personas de toda España que aportaron dinero la que les convenció para abrir de nuevo donde estamos ahora, en el centro de san Sebastián”, en la calle Urdaneta, 3, recuerda Elena.
Porque a lo largo de los años, Lagun estuvo en el punto de mira de los intolerantes pero también de la “buena gente”.
“Nos compraban libros con cristales incrustados, quemados, sucios… Fue increíble. Era la forma de decirnos que no estábamos solos”, rememora.
Desde que se hizo público el cierre de Lagun, el teléfono en esta pequeña librería no ha dejado de sonar.
“Vamos a esperar a que acabe el verano para ver lo que pasa. Sin embargo, me temo, que esta vez es la definitiva”, cree Elena.