El 'síndrome de la niña buena' existe: "Cada vez son más las que se identifican con este patrón de conducta"
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La psicóloga Marta Martínez Novoa es autora del ‘Síndrome de la chica buena’ (editorial Zenith)
En él da algunas claves para ser quien tú quieres y no lo que quieren los demás
Si siempre priorizas el bienestar de los demás antes que el tuyo y te empeñas en cumplir sus expectativas, puede ser que lo padezcas
Quizá te hayas dado cuenta que te cuesta decir que no, que no puedes marcar límites en tu vida personal y profesional, que priorizas el bienestar de los demás antes que el tuyo, que no eres capaz de expresar tus emociones por miedo a lo que puedan decirte, evitando así los conflictos… Si es así, es posible que tengas el síndrome de la niña buena, ese que en psicología se asocia a muchas mujeres que han sido educadas para ser complacientes.
Seguro que te sonarán aquellos elogios como “qué niña o niño más bueno, si es que no da un ruido”. Pues están precisamente relacionados con este síndrome del que empezamos a oír hablar en 2004 por la psicóloga Lois P. Frankel en su libro ‘Las chicas buenas todavía no llegan a los puestos directivos’. “El libro, que se ciñe al contexto laboral, se centra en la idea de que las mujeres que tienden a la complacencia, a la sumisión y a evitar conflictos no suelen recibir el reconocimiento profesional que desean y merecen, lo que es un lastre a la hora de acceder a mejores trabajos y puestos más altos”, explica en su libro la psicóloga y psicoterapeuta gallega, Marta Martínez Novoa. Charlamos con ella para entender mucho mejor qué es y cómo se le puede hacer frente desde la terapia.
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Pregunta: ¿Qué es el síndrome de la niña buena y por qué se ha empezado a hablar de él?
Respuesta: Aunque la palabra “síndrome” nos puede llevar a pensar en enfermedad, esto es más bien un patrón de conducta y de relación relativamente estable y que lleva a las personas a actuar con una tendencia complaciente, de mucha responsabilidad, buscando la corrección en todos los ámbitos, etc.
Se ha empezado a hablar de él gracias a la creciente visibilidad de los problemas de salud mental y también del impacto de los roles de género. Por ejemplo, gracias a las redes sociales muchas personas, sobre todo mujeres, han empezado a compartir su experiencia, lo que permite identificarse a muchas otras que llevan toda su vida sintiéndose raras o sufriendo por ser lo que se espera de ellas, sintiendo que no hay otra manera de vivir.
P: ¿Qué rasgos psicológicos suelen tener este tipo de mujeres?
R: Las principales características del síndrome de la chica buena son anteponer las necesidades de los demás a las propias y adaptarse a todo el mundo de manera irreflexiva e indiscriminada, la sobrepreocupación por lo que los demás piensen de ella, la autoexigencia, perfeccionismo y la hiperresponsabilidad; la represión de emociones, principalmente la ira, y la evitación de conflictos. Además de la dificultad para tomar decisiones.
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P: ¿Y cómo fue su infancia?
R: El cómo fue la infancia de una persona que vive a través de este patrón es algo que puede ser muy amplio, variable y complejo, pero, algunas de las causas familiares y sociales más habituales en su construcción tienen que ver con la sobre exigencia de los referentes principales de las criaturas en su infancia: ya sea una sobre exigencia hacia los logros que consiguen y el valor que se les da, hacia a dar buena imagen, hacia a conseguir lo que sus progenitores no consiguieron como una manera inconsciente de sus padres de cubrir sus carencias, la propia autoexigencia de los padres que las criaturas terminan siguiendo como modelo, etc. Todo ello, construye un modelo de comportamiento y unas expectativas sobre las criaturas, sobre quiénes deben ser y qué espera el mundo de ellas.
Además, todo esto se ve reforzado socialmente por numerosas frases hechas que tenemos muy a mano como sociedad y que, a veces sin quererlo, refuerzan la contención, sumisión, hipercorrección etc. en las niñas: “qué madura eres para tu edad”, “calladita estás más guapa”, “las niñas buenas van al cielo”, “qué bien te portas, siempre obedeces”, “pórtate bien para que Papá Noel te traiga regalos”, etc.
P: ¿Qué problemas en la edad adulta se derivan de un comportamiento de niña buena?
R: Algunos de los problemas principales que se suelen dar en la adultez desde este patrón de chica buena tienen que ver con una autoexigencia y autocrítica desmedidas, con una gran dificultad para poner límites a los demás, con el agotamiento emocional y la falta de autocuidado, con la baja autoestima que depende de la validación externa y, también, con la presencia de relaciones muy desequilibradas en su vida, con roles de cuidado muy poco equitativos, con tendencia a querer “salvar” al otro y olvidarse de sí misma, lo que favorece la codependencia, etc.
P: ¿Qué trabajo como psicólogo o psicóloga toca hacer?
R: El trabajo desde la consulta de psicología está muy centrado en sanar heridas de la infancia que han llevado a la persona a construir un diálogo interno muy negativo sobre sí mismas y desafiar todas las creencias limitantes que también se han ido fraguando, hay que cambiar la narrativa sobre su propia vida, por ejemplo, entendiendo a través del trabajo psicoterapéutico que los demás no tienen que quererla perfecta, sino libre, y esa será la única manera de alcanzar un bienestar real. Además de eso, también se trabaja mucho el aprendizaje de una regulación emocional sana, para lo que tenemos que aprender primero a no reprimir las propias emociones, fomentar el autocuidado, entrenar habilidades sociales y de límites y, a grandes rasgos, trabajar mucho sobre la autoestima.
P: Dices en tu libro que una de las principales características de las niñas buenas es que anteponen sus necesidades a las de los demás. ¿Por qué? ¿Cómo se revierte esa situación?
R: Porque estas personas aprendieron en algún momento de su vida que solo serían queridas si vivían para los demás, lo que conlleva un coste muy grande, que es perder la identidad propia, la capacidad de autoescucha y, por tanto, no poder atender a las propias necesidades.
Algunos de los problemas principales que se suelen dar en la adultez tienen que ver con una autoexigencia y autocrítica desmedidas, con una gran dificultad para poner límites a los demás, con el agotamiento emocional y la falta de autocuidado
Esta situación solo puede revertirse a través de un importante proceso de autoescucha que te vuelva a poner en el centro. Para eso habrá que hacer un trabajo con las creencias muy interiorizadas que tienen que ver con la búsqueda de aprobación constante en la que sostener su autoestima y comenzar el aprendizaje de darse tiempo a una misma, autocuidarse, poner límites sanos, comenzar a expresarse sin miedo al conflicto o a quedar mal…
P: ¿Qué ocurre cuando esta “niña buena” tiene pareja? ¿Qué suele ocurrir?
R: Pues que, por desgracia, es común que termine en relaciones desequilibradas basadas en priorizar al otro en todo momento, evitar los conflictos, buscar aprobación evitando a toda costa el rechazo o abandono. Algunas de las relaciones de pareja más habituales en chicas buenas son las basadas en la codependencia y dependencia emocional, en la idealización de la otra persona con sus consiguientes dinámicas de poder desiguales, las relaciones basadas en la manipulación, las relaciones líquidas basadas en la falta de compromiso o las relaciones tormentosas basadas en la acumulación de explosiones de ira resultante de la evitación del conflicto.
P: ¿La clave para liberarse?
R: No hay una clave, ojalá la hubiese, hay que hacer un trabajo muy profundo que recomiendo hacer con un/a profesional de la psicología. Sin embargo, siempre recomiendo empezar con un ejercicio sencillo basado en dejar algo de tiempo al día para “no hacer nada” aunque sean 15 minutos. Esto nos ayuda a fomentar la autoescucha y conectar realmente con quiénes somos y qué necesitamos. Para ello, puede ser interesante hacernos preguntas: ¿me gusta mi día a día?, ¿qué me preocupa ahora mismo?, ¿hay algo que falte en mi vida?, ¿hay algo que sobre? Parece algo obvio pero este acto tan sencillo nos ayuda a dar el primer paso para empezar a darnos espacio en nuestra propia vida. A continuación, tendremos que trabajar nuestra autoestima, comunicación para saber pedir y regular lo que damos, el autocuidado, aprender a «quedar mal» con otros para «quedar bien» con nosotras mismas, etc.
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