El volcán vive una fase tan explosiva que los expertos no descartan que la montaña se rompa aún más y ya expulsa bolas de fuego a 800 metros de distancia. Hoy las columnas de humo negro alcanzan los 4 kilómetros de altura y, de madrugada, las llamaradas, las plumas de fuego llegaban a los 100 metros. No es de extrañar que las coladas de lava bajen cargadas haciendo más y más grande la fajana que gana terreno al mar.
En la madrugada de este martes las coladas de la erupción del volcán de La Palma han vuelto a activarse, aunque han sido "más viscosas", y la actividad ha sido "más estromboliana y menos efusiva, con gran emisión de piroclastos que siguen cambiando la morfología del cono" y que llegan hasta a 800 metros de distancia. Así lo ha explicado el sismólogo del Instituto Geográfico Nacional (IGN), Itahiza Domínguez. El derrumbe parcial de la estructura del cono ha provocado un mayor caudal de salida de lava que de momento discurre por encima de la lava primaria pero las autoridades monitorizan muy de cerca porque "podría desviarse" y afectar a nuevas zonas si se abrieran nuevos focos de emisión o la lava se densificase.
Los expertos no descartan la aparición nuevos centros de emisión de lava ni un aumento de la actividad explosiva.
La actividad del volcán va a más. La gran ranura abierta en la cumbre expulsa magma sin parar con plumas de fuego que superan los 100 metros de altura. Ahora mismo se dan todos los ingredientes para el que el cono pueda derrumbarse una y otra vez. Según los expertos el terreno está hinchado. Hay mucho gas en su interior presionando, luchando por salir a la superficie y cuando lo hace arrastra toneladas de material.
Es la prueba de que el volcán está más vivo que nunca. Los expertos han visto dos tubos de lava por debajo del volcán que desembocan en el mar. Esto podría quitarle presión, hacer que bajaran las explosiones. La buena noticia es que, de momento, la colada no ha cambiado de rumbo, fluye por donde ya fluía.