Rubén López, vulcanólgo: "Si la sismicidad siguiera así podríamos vislumbrar el final de la erupción" del volcán de la Palma

  • Los expertos detectan indicios de un final de la erupción no muy lejana en el volcán de La Palma

  • El cono principal del volcán en Cumbre Vieja no expulsa ceniza, solo vapor de agua

  • Los vulcanólogos señalan un descenso mantenido en el tremor y en los terremotos en la isla de La Palma

El comportamiento del volcán de La Palma da indicios, según los expertos, de un final de la erupción no muy lejano. El cono principal no expulsa ceniza, solo vapor de agua y hay que ir ladera abajo para encontrar una salida visible de lava en el volcán de La Palma. Además, los expertos constatan una notable disminución del tremor y del número de terremotos.

El color de la nube que se eleva desde el volcán de Cumbre Vieja es un indicio prometedor. “Ahora mismo no está emitiendo ceniza”, señala Rubén López, experto del Instituto Geográfico Nacional (IGN).

Cambia la erupción en el cono principal del volcán de La Palma

Del cono principal emana vapor de agua y hay que ir ladera abajo para encontrar una salida visible de lava. Esa es precisamente, la lava del volcán de Cumbre Vieja que sigue discurriendo por la parte central hasta caer en la plataforma de la antigua fajana del volcán de San Juan.

Desde tierra se observa también la inercia que sigue la colada del volcán de La Palma, que todavía no ha llegado al mar desde esta zona y está provocando daños en los invernaderos y cultivos de la isla baja.

Disminuyen el tremor y los terremotos de forma constante

Además, no se aprecia movimiento en el terreno ganado por el volcán y las mediciones de los científicos constatan una notable disminución del tremor y del número de terremotos. “Cada vez vibra menos”, ha señalado Rubén López.

“Ahora mismo, con esta sismicidad, lo que hay que ver es la evolución y si siguiera así podríamos vislumbrar el final de esta erupción”, ha concluido el vulcanólogo del IGN. Un motivo de esperanza para los miles de damnificados que aún tienen su vivienda en zonas al sur de la erupción, donde los gases tóxicos impiden hoy liberar de ceniza, lo que aún queda en pie.