En la larga carrera que va de unas elecciones a otras, Valencia ha sido para Pedro Sánchez una meta volante. Con puesto de avituallamiento incluido. El presidente y secretario general del PSOE ha marcado en el 40 Congreso del partido un hito en la legislatura y se ha aprovisionado de cara a un sprint para el que, aunque todavía lejos, conviene irse preparando.
Lo que queda de la cita del fin de semana es su reivindicación de la socialdemocracia, el reforzamiento de la mayoría que le respalda y la sutura de viejas heridas internas, rematada con una puntada casi exótica: el fichaje de Antonio Hernando para la sala de máquinas de Moncloa, su gran decepción de los tiempos del no es no.
Y ahora, a gobernar. El propio Sánchez adelantó pinceladas de su agenda para lo que queda de mandato. El fin de la pandemia le evita fugas de energía. Aun así, entre viejas y nuevas promesas, compromisos con los socios y con Bruselas, le queda cada vez menos tiempo y mucha plancha.
. La reforma laboral. La derogación de la reforma del PP de 2012 es una de las grandes promesas de Sánchez, y del Gobierno de coalición en su conjunto. Está en el pacto PSOE- Podemos, pero por más que se ha anunciado nunca ha llegado a consumarse como tal. Lo último que ha dicho el presidente ha sido este lunes. ¿Derogación en esta legislatura?, le preguntaban en La Ser. “Yo creo que tenemos esa capacidad”, contestaba, sin llegar a verbalizar un compromiso claro. Daba a entender más bien que más que derogación va a ser una reforma de la reforma, que intente paliar los que entiende como “males endémicos” del mercado: precariedad, temporalidad, paro juvenil y desajuste entre demanda y oferta de trabajo.
. La reforma de las pensiones. Como la laboral, es una de las reformas comprometidas con Europa. Gobierno, patronal y sindicatos han logrado algunos puntos de acuerdo -como incentivar el retraso de la jubilación o vincular la revalorización al IPC- pero han aplazado la aprobación de un segundo lote, el de las medidas más complejas. La aproximación a la edad de jubilación de la generación del baby boom alimenta el eterno debate sobre la sostenibilidad del sistema.
. La reforma fiscal. Otra reforma cinco estrellas. El Gobierno defiende que es necesario un sistema “más eficiente y moderno”, que permita fortalecer el estado del bienestar. En reiteradas ocasiones ha recordado que hay espacio para una mayor recaudación, apelando que España tiene seis puntos de margen de presión con respecto a la media Europea. En abril se creó un grupo de expertos para analizar en profundidad el sistema. Podemos aprieta, pero el trabajo va para largo. Sánchez, de momento, se ha limitado a recoger alguna propuesta de sus socios como lo del tipo mínimo del 15% en el impuesto de sociedades, medida secundada luego por 130 países de la OCDE.
. La ley de vivienda. Se ha demorado meses, pero los socios de Gobierno han logrado lo que parecía más difícil. Ponerse de acuerdo entre ellos. La ley está ya pendiente de aprobación en Consejo de Ministros. Queda para luego la tramitación y despejar la que es ahora la gran incógnita: ¿Cuál será su efectividad en la pretendida regulación de los alquileres si, como han anunciado, los presidentes regionales y alcaldes del PP renuncian a las medidas que se les encomiendan?
. La reforma del sistema de financiación autonómica. Otro de los eternos grandes debates de la política española. La fecha prevista para abrir la negociación formalmente es el mes de noviembre. Hay consenso aparente en que el modelo actual está superado. Pero también profundas discrepancias: por ejemplo, sobre la armonización fiscal entre territorios para que no haya competencia interna, a lo que Madrid se niega frontalmente; o sobre los criterios de reparto de fondos, que desbordan la división por partidos y generan intereses y bloques transversales. Es una discusión ‘contaminada’ ahora, además, por la llegada de los fondos europeos. Es de las negociaciones que se anuncian largas y complejas.
. La ley mordaza. El compromiso público que Sánchez ha lanzado en el Congreso del PSOE de derogarla, puede acelerar el fin de la llama Ley Orgánica de Protección y Seguridad Ciudadana, que ha cumplido seis años de vigencia sin que se haya tocado. Los planes de reforma están varados en el Parlamento, según algunas versiones por discrepancias en lo que respecta a las devoluciones en caliente.
. La prohibición de la prostitución. Es otra de las tareas que se ha “autoimpuesto” Sánchez en Valencia. Los socialistas, que ya lo han llevado en su programa electoral, han anunciado que será por ley e incluirá sanciones para los clientes. Está por ver que se pueda hacer en esta legislatura dado que hay que negociar antes con Podemos, que no tiene una postura cerrada al respecto.
. La reforma del sistema de elección del CGPJ. Esta hay que ponerla entre interrogantes. No es segura. Puede ser un fleco del acuerdo para el desbloqueo de la renovación de los órganos constitucionales. El PP, que al final se ha abierto a un pacto, exige que aunque se elija a los vocales del CGPJ por el sistema vigente se inicie el proceso para modificar el sistema de cara a la próxima. El Gobierno, al que le urge amarrar los cambios de ahora, no ha dicho ni que sí ni que no ni todo lo contrario.
. La ley audiovisual. Parecía terreno fácil, pero no. El Gobierno impulsó la ley para, entre otras cosas, trasponer una directiva comunitaria que viene a proteger las lenguas europeas obligando a las productoras y plataformas a generar contenidos en esas lenguas. La cuestión es que el borrador contemplaba el castellano, pero no el catalán, el euskera ni el gallego, para disgusto de los nacionalistas, que reclaman su propia cuota. ERC, de hecho, ha impuesto resolver esta disputa antes de dar su apoyo a los Presupuestos. Sánchez entre la espada y la pared, La condición puede resultar disuasoria para las grandes plataformas mundiales, justo ahora que intenta seducirlas para que ayuden a hacer de España el hub audiovisual hub audiovisualde Europa.
Hasta aquí las empresas más relevantes pendientes para lo que queda de legislatura. En principio dos años, pero puede ser menos. Tiempo, por tanto, no sobra. Porque incluso hay más: están también en cartera la en su día la tan comentada reforma del delito de sedición; los cambios previstos en la Ley de Universidades; la reforma de la ley de bases del régimen local que se pretende presentar a finales de este año… Suma y sigue.
En el seno del PSOE, incluso, Sánchez le ha dado a su ahora ministro de cabecera, Félix Bolaños, una Secretaría de Reforma Constitucional, como si se pensara también atacar ese frente. Complicado. El propio Sánchez ha admitido que esa sería una empresa a muy largo plazo, dadas las mayorías que requiere, y lo arduo que está siendo llegar a un acuerdo para cambiar el término “disminuidos físicos” por el de “personas con discapacidad”.
Incluso con el chute de ánimo de Valencia, lo de tocar la Constitución sonaría a demasiado en semejante pandemia de reformas.