Sánchez prescinde de sus pesos pesados y queda más expuesto en el final de la legislatura
La salida de Calvo, Redondo y Ábalos deja a Sánchez sin tres escudos y le da manos libres para llevar el timón
Incorpora perfiles jóvenes del partido para empezar a movilizar a toda su maquinaria con vistas a las próximas elecciones
Félix Bolaños y Óscar López, los nuevos hombres fuertes del presidente, ejecutarán las estrategia marcada por Sánchez
En el Gobierno había siempre dos personas en primera línea y otra en la sala de máquinas. Cuando había que salir a repartir estopa a la oposición, ahí estaba el ministro Ábalos. Si era necesario marcar la posición del Gobierno en un momento de zozobra, aparecía la vice Carmen Calvo. Cualquier iniciativa política llevaba el sello del todopoderoso Iván Redondo. Era tanto el poder de los tres, que a veces ellos cargaban con los males y se salvaba al presidente: “esto es cosa de Iván”, se decía.
But no more. Desde ayer nos tendremos que acostumbrar a que ya no aparezca ninguno de los tres. Sánchez los barre de la escena política. La decisión tiene dos derivadas:
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- El presidente tiene manos libres. Deja de estar encorsetado y ya nadie le hace sombra.
- El presidente está más solo que nunca. Se ha rodeado de técnicos y novatos en un momento en que amenaza tormenta.
Hacía ya semanas que se apostaba por la salida de Carmen Calvo y de José Luis Ábalos. Sobre este último se decía que había descuidado sus labores en la organización del partido y que había perdido el empuje de los comienzos de legislatura. Sobre Calvo se ha destacado el malestar de los socios de Gobierno con ella por bloquear iniciativas de los morados, pero también sus enfrentamientos con Iván Redondo. Son dos maneras diferentes de entender la política. Redondo es la planificación, el cronograma, la estrategia, el marketing, el efecto sorpresa. Calvo es el partido, la ideología, la ortodoxia, la experiencia. Los dos han peleado por el oído del césar, pero han caído los dos cual soldados fulminados al suelo. No gana el viejo PSOE, no gana el asesor externo.
¿Quién gana? Los discretos y los nuevos
Sánchez confía su estrategia a Félix Bolaños Félix Bolaños, hombre fuerte del presidente, discreto y muy eficaz. Socialista, abogado, técnico del Banco de España, tranquilo, acostumbrado a negociar y del Real Madrid. En estos dos años ha dado sobradas muestras de solvencia al encargarse de asuntos espinosos como la exhumación de los restos de Franco (él fue quien llevó la negociación con la familia y se ganó su respeto), las negociaciones con Ciudadanos para apoyar los estados de alarma (sus contactos con Carlos Cuadrado han conseguido apoyos que parecían difíciles) y su diseño sobre cómo afrontar y ejecutar la concesión de los indultos a los presos del procés. Bolaños asciende y deja de estar en la sombra para quedar más expuesto. Así lo quiere Sánchez.
A su lado estará en Moncloa Oscar López, que ocupará la plaza de Redondo. No son el mismo perfil. Le va a tocar más ejecutar que diseñar. Sánchez elige a un hombre del partido que ha trabajado en diferentes puestos orgánicos e institucionales. López ha estado al lado de Pepe Blanco y Alfredo Pérez Rubalcaba. Conoce bien las campañas electorales y los debates televisivos (se encargó de negociar el que hubo entre Rajoy y Rubalcaba). López sale de retiro dorado de Paradores para pasar a la primera línea de combate con un objetivo: preparar el terreno para las próximas generales.
Sánchez mira al partido y además incorpora caras nuevas, apuestas regionales que llegan sin mochila, pero también sin la experiencia necesaria para lidiar en el fango de la actualidad. No tendrán mucho tiempo para aprender porque queda poco de legislatura. El Gobierno es más joven, pero también más inexperto.
La senda económica no se toca
Calviño tiene el poder económico del Gobierno de España. Para el presidente, se lo ha ganado con su rigor y sus negociaciones con Bruselas. Hubiera sido suicida tocar esa área cuando se acaba de cerrar el Plan de recuperación y ahora hay que ponerlo en marcha. Además hay varios asuntos delicados: la negociación de la subida del SMI pendiente en la que se empeña el sector del Gobierno liderado por Yolanda Díaz, la reforma laboral planteada por la ministra de Trabajo que ha puesto en pie de guerra a los empresarios, la reforma de las pensiones que ocupa al ministro Escrivá y el presupuesto que tiene que pactar María Jesús Montero. Mucha tarea en marcha como para bajar a alguno de los protagonistas.
Iceta, a Cultura por sorpresa
Todas las apuestas señalaban que Miquel Iceta estaba llamado a desempeñar un papel más relevante desempeñar un papel más relevante en el nuevo Gobierno, sin embargo, ha terminado en Cultura. Cuando aparece en la agenda como asunto prioritario la negociación con los independentistas, Iceta pasa a tener un papel secundario en el ejecutivo. Algo que extraña para una persona que vive por y para la política y que suele decir que sirve para poco en un gobierno porque no es un técnico. Tendrá que conformarse con los eventos culturales y deportivos.
Los ministros de Podemos no se tocan
Tenemos un Gobierno de coalición y no estamos demasiado acostumbrados a sus peculiaridades. Antes, el poder del presidente era absoluto. Ahora se ha demostrado que no lo es. Aunque quisiera, Sánchez no puede cargarse a un ministro del área de Podemos sin poner en riesgo la propia supervivencia del ejecutivo. En el pacto entre las dos formaciones se decidieron 5 puestos para Podemos y eso no se toca salvo nueva negociación. Además, cuatro de ellos parecen intocables ya que solo Castells podría dejar su cartera sin generar un terremoto en la confluencia de fuerzas de la izquierda morada: Garzón es líder de IU, Ione Belarra e Irene Montero lo son de Podemos y Yolanda Díaz es su candidata a presidenta. Ahí nada se toca y queda claro que Sánchez asume que esa parte del Gobierno no es cosa suya, aunque sí lo son las políticas que quieran poner en marcha, como ha dejado claro en la crisis del chuletón.
La salida cantada de González Laya
Si había un relevo cantado en esta remodelación era el de la titular de Exteriores. La crisis provocada por la entrada del líder polisario Brahim Ghali ha sido el detonante principal, aunque su gestión ya venía siendo criticada por algunos sectores de la carrera diplomática. La decisión de Trump de reconocer el Sahara como territorio marroquí puso en una situación complicada a España. Es en ese momento cuando se da luz verde a la entrada de Ghali en nuestro país para ser tratado de Covid en una operación de esas que si te pillan estas perdido. Es difícil que Marruecos no se entere de algo así y decidió utilizarlo. Laya va a pagar los platos rotos y su puesto va a ser ocupado por un hombre de confianza de Sánchez, José Manuel Albares, que ya conoce Moncloa y lo que es trabajar al lado del presidente.
Marlaska y Robles ratificados a pesar de…
El ministro del Interior ha pasado de ser ministrable del PP a ser una de las bestias negras de la oposición. Las destituciones de Pérez de los Cobos y Manuel Sánchez Corbí, algunos polémicos nombramientos y los acercamientos de presos de ETA han sido las acusaciones machaconas contra él para desgastarle. Lo de comprarse una cara cinta para correr en el ministerio o irse a cenar a Chueca en plenas algaradas callejeras en Barcelona también fue motivo de comentarios poco amigables en las tertulias justicieras. Pero Sánchez no se ha arredrado. No le va a dar ese gusto a la oposición. Marlaska sigue y ya está. Como sigue Margarita Robles, a la que en el PSOE hay muchos que no aguantan. Es la más querida por los medios conservadores. Es a la que llaman y ensalzan cuando hay alguna salida de tono de un ministro de Podemos. Con ella se aprecian mejor las grietas y las contradicciones del ejecutivo. Eso hace mucho que no gusta en el partido, pero Sánchez le renueva la confianza. Para qué vamos a enojar también a las Fuerzas Armadas.