El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, ha presentado su dimisión cómo líder de la formación naranja tras la debacle electoral del 10-N. También ha renunciado a su acta de diputado y deja la política. "Nunca me he escondido y he intentado ser valiente y coherente", ha dicho.
Como ya dejó entrever anoche, Albert Rivera deja la presidencia de Ciudadanos, que deberá elegir un nuevo “rumbo en el Congreso Extraordinario”. La formación naranja ha sacado en la repetición electoral 47 escaños menos que en abril y se ha quedado con solo 10 diputados. José Manuel Villegas y Juan Carlos Girauta, hombres fuertes, están fuera del hemiciclo.
“Los éxitos son de todos; el fracaso es del líder”, dijo anoche y ha repetido hoy antes de anunciar que también deja su acta de diputado y la política. “En coherencia con lo que soy, no creo que a nadie le sorprenda que dimita. Sea justo o injusto, es lo responsable”, sentenciado.
El hasta ahora líder naranja dice haber estado muy "orgulloso de entrar a diario por la puerta del Congreso pero no puede ir a recoger el acta de diputado ahora solo por una nómina. Nunca estuve en política atornillado a un escaño".
"Dejo la política y la vida pública" para dedicarse a sus padres, que han sufrido mucho estos años -ha señalado-, a su hija y a su pareja y porque quiere "seguir siendo feliz".
En su marcha, tras los malos resultados electorales en el 10-N, Rivera ha querido citar a Barack Obama: "Si para ganar vas a dividir a la gente, tendrás un país ingobernable".
Le ha deseado a quienes deben afrontar la tarea de gobernar "mucha suerte y mucho acierto" porque "me preocupa el país que hay que gobernar ahora". Y ha lanzado una advertencia: "No hay que volver a los rojos y azules".
Rivera, que ha sido recibido por los militantes con un enorme aplauso y algunas lágrimas, no ha entonado ‘mea culpa’ ninguno. Y ha añadido que “un mal resultado no cambia mi opinión, ni mis valores. Espero ver desde la distancia como se recompone la unidad nacional”.