Pasaban dos días de la muerte de Francisco Franco, cuando Juan Carlos de Borbón era coronado Rey de España. Se abría el camino hacia una transición democrática que ni el intento de golpe de estado del 23-F pudo resquebrajar.
El papel del monarca consolidó a la Corona. Hizo de la espontaneidad una herramienta diplomática. Naturalidad, a veces incontenible con la que le abrió a España las puertas de la Comunidad Europea. Mediación que le valió el premio Carlo Magno en 1982.
Durante su reinado hizo viajes a más de 100 países y varias visitas al hospital, que no debilitaron sus funciones. Sin embargo, una caída durante un safari en Botswana en 2012 supuso un tropiezo a su imagen. Dos años después, Juan Carlos I firmaba su abdicación y en 2019 se retiraba de la escena pública. Ahora decide poner rumbo fuera de España.
La noticia del exilio del Rey emérito ha saltado en pleno rebrote de la pandemia y en el mes de agosto, con muchos españoles de vacaciones, al igual que la Reina Sofía. La Reina emérita disfruta de sus vacaciones en Palma, Mallorca, donde sus estancias suelen ser muy discretas, y más tras este anuncio. La Reina Sofía, que suele adelantarse al resto en el inicio de sus vacaciones estivales en la isla, continúa en el Palacio de Marivent, acompañada de su hermana, Irene de Grecia.
La decisión del Rey Juan Carlos no compete a la Reina emérita, por lo que continuará residiendo después de sus vacaciones en el Palacio de la Zarzuela. Desde Palma, ha asistido a la decisión de un monarca que ha reinado en España durante 40 años.