Tener un hijo en las era del coronavirus está siendo una acto de gran valentía. Muchas madres, contagiadas o no, están dando a luz en un momento en el que la sanidad está al límite de sus posibilidades pero, afortunadamente, los hospitales se han preparado para poder seguir albergando la vida. En el caso de estos padres, tuvieron un bebé prematuro que nació con 33 semanas de gestación y, a los tres días del nacimiento, se vieron obligados a separarse de él porque ambos habían dado positivo en COVID-19.
Los abuelos maternos también se contagiaron del virus y, por la seguridad del niño, todos han estado alejados y sin poder entrar en la unidad de neonatología del Hospital Clínic de Barcelona. Ahora, después de un mes sin poder tocarle ni abrazarle, las enfermeras del área de maternidad han llevado al bebé a su casa con sus padres, donde se seguirán manteniendo unas estrictas medidas de prevención e higiene.
Mediaset también conoció el caso de la pequeña Noa, una niña que nació con patologías y que, varios meses después de su nacimiento, se contagió de coronavirus. Sus padres tuvieron que dejarla ingresada en la UCI y no pudieron volver a verla hasta pasados 15 días, con la angustia que esa distancia supone en un momento sanitario tan crítico como éste. Afortunadamente, ya se encuentra en su casa con oxígeno y está estable.