La ola del 28A se convirtió en un tsunami en las municipales, autonómicas y europeas, pero el vendaval del PSOE se dejó un trono, el de hierro, el más simbólico, sin ocupar. Madrid salvó la cabeza de Pablo Casado y provocó una amarga victoria para el PSOE. Quién se lo iba a decir pero sus dos apuestas, Almeida y Ayuso le salieron redondas y refuerzan su liderazgo. Y fue precisamente Carmena, la que le dio al PP la victoria soñada. La división de la izquierda y de Podemos salió cara.
Sánchez exigió a la derecha que se olvide de cordones sanitarios con el PSOE y se los imponga a Vox, o lo que es lo mismo, que todos los tronos sean para el PSOE, que sí pacta sin complejos. El presidente del 'no es no' abre ahora los brazos aunque sabe que es en vano. Casado necesita poder. Y Rivera, que crece pero como siempre para poco, vuelve a comprobar que el bipartidismo es más fuerte de lo que se cree.
El trono de hierro de la política española tiene un dueño y es Pedro Sánchez, pero la capital sigue siendo de derechas, aunque los del PP tengan que montar el escenario 'in extremis'. El PSOE ganó en todas las CCAA salvo en Cantabria, donde reina Revilla, un aliado y en Madrid, la zona rebelde y Navarra. Y los barones del PSOE reafirmaron su poder.
Los socialistas mantienen y con mayoría absoluta Extremadura y Castilla-La Mancha, así como Islas Baleares y Asturias mediante pactos de izquierda, pero pueden perder Aragón si el PP encabeza un acuerdo de la derecha. La única opción sería un pacto PSOE-Ciudadanos, que será aquí clave para mantener el gobierno en manos socialistas o dárselo al PP. Castilla y León y el de Murcia están en el aire. La Rioja también pasa a manos del PSOE.
En Navarra, ha ganado Navarra Suma pero la llave del Ejecutivo está en el PSN, que podría intentar un gobierno apoyándose en Geroa Bai, Podemos e IU. En Cantabria seguirá gobernando el PRC con el PSOE y en Canarias puede formarse un Ejecutivo encabezado por Coalición Canaria con el PP, dejando fuera al PSOE. Un mapa rojo, pero la herida de Madrid, duele.
El hombre que salió una noche oscura en un coche expulsado de su partido, camino de las tierras salvajes, de la nada, volvió para la reconquista. Acabó con su Daenerys particular, Susana Díaz, en una jugada maestra (con su particular Tyrion, Iván Redondo) destronó a Rajoy y desde el poder preparó las elecciones. Dio el primer golpe en la batalla del 28A, dejando a sus rivales con las huestes divididas y enfrentadas entre ellos. Pero se le ha resistido Madrid.
Pedro Sánchez aprovechó el momento y volvió a ganar las elecciones autonómicas, municipales y europeas convirtiendo a la casa del PSOE en el partido emergente. Lo hace a costa de Pablo, pero no solo de Casado, sino también de Iglesias y sus Mareas, que se hunden sin remedio. Hasta Colau pierde Barcelona entre lágrimas de la mano de Maragall. ERC es más fuerte.
Escaso botín va a ser también para Rivera que se vio en el trono en las encuestas cuando Rajoy estuvo en la cuerda floja y no dudó en ponerle contra las cuerdas. La irrupción de Vox ha hecho el resto, debilitando aún más a una derecha cuya lucha a muerte le ha llevado a desangrarse sin remedio. El sueño del sorpasso sigue lejos.
Borrell, demostró ser un gran candidato para las europeas. Todo un presidente del Parlamento Europeo y Ministro de Exteriores. Con mil batallas a sus espaldas logró la victoria para el PSOE pese a que el PP Europeo fue el que logró la victoria en Europa, conteniendo a los considerados caminantes blancos: los populistas y la extrema derecha, pese a que Le Pen pudo con Macron y Orban mantiene su dominio en Hungría. Merkel recibe otro toque de atención pero gana. Y los Verdes se convierten en un partido a tener muy en cuenta el Europa ahora.
En cuanto a Cataluña todo puede ir a peor pero ya es complicado. Los independentistas siguen en su fortaleza impenetrable. Puigdemont y Junqueras ganaron su escaño sin acudir siquiera a la batalla y el primero venció al segundo, contrapronósitco, porque el líder de ERC se queda en galeras, preso, mientras Puigdemont sigue recorriendo Europa a lomos del victimismo. En Barcelona, Maragall hizo honor a su apellido y venció a Colau en votos.
El 26M se ha convertido también en una derrota sin paliativos para Pablo Iglesias. Kichi arrasó en Cádiz después de quitarse también de sus banderas la marca de Podemos, algo similar a lo que hizo en Badalona Albiol. Y lograron el triunfo. Las Mareas se hunden y los alcaldes del cambio no pasaron la reválida.
Los nacionalistas son más fuertes, más que nadie el PNV en su Reino del Norte, a lo Sansa Stark. Porque el PNV se convierte en un mazo en el País Vasco. Quien cada día es más débil es Unidas Podemos. Y los resultados de estas elecciones pueden influir y mucho. Ciudadanos decidirá varias Comunidades, pero no logra tampoco sus objetivos. Al final el bipartidismo es más fuerte de lo que parece. Sánchez parece no tener rival ahora en la izquierda y el PP, pese al crecimiento de C's resiste. Y en política, como bien sabe Sánchez, el que resiste gana.