Lo que se esconde tras las llamas: Pánico e indignación entre los vecinos y comerciantes de Barcelona

  • "Yo tengo mi negocio y pago mis impuestos, esto es horrible"

  • "Fui corriendo a por las llaves, pero no pude salvar el coche"

  • "Estaba toda la escalera llena de humo, había niños pequeños"

"Son unos sinvergüenzas. Creen que pueden hacer lo que les de la gana y los demás a aguantar", dice una señora al volante de un coche que, un día más, no avanza. No es la única que se muestra ya cansada tras tres días de disturbios y de dificultades en el día a día. Para llegar al trabajo, para poder hacerlo en condiciones, para que la gente entre con calma en las tiendas o consuma. Sí, no toda Cataluña sufre la ira del procés, pero hay zonas en las que los vecinos están a punto de estallar.

La tercera noche de disturbios en Barcelona ha sido la más violenta vivida hasta el momento, más de 500 contenedores quemados, incontables barricadas que acorralaban a policía, Mossos d’Esquadra, profesionales de la información, vecinos e incluso edificios privados, que fueron presos de las llamas. Los manifestantes arrojaron cócteles molotov, ácido, piedras, objetos metálicos e incluso un cohete que impactó contra un helicóptero de los Mossos. Y eso hay que vivirlo. No, no estamos en una situación bélica, y Francia ha soportado lo mismo con los chalecos amarillos sin rasgarse las vestiduras (a veces creemos que este país es distinto y no lo es tanto). Sí es cierto que las razones de unos y otros para salir a la calle difieren y mucho; y que una parte de la sociedad catalana se siente aislada, ninguneada por sus dirigentes.

Anoche las llamas llegaron hasta las fachadas de muchos edificios. En uno de ellos el humo hacía imposible ver los escalones que subían hasta el primer piso. Una mujer angustiada en la calle gritaba “hay niños pequeños, el primer piso está lleno de niños pequeños y no se podía entrar”. Los vecinos usaban sus propios medios para intentar apagar las llamas que se comían sus casas, hasta que un hombre las atravesó para entrar en el portal del edificio y subir para rescatar a su bebé, que se encontraba en el interior. Otro de los ciudadanos de Barcelona que reside en un edificio que fue devorado por las llamas declara hoy “estaba toda la escalera llena de humo, los vecinos subieron al terrado asustados porque estaba todo esto en llamas”. Es una forma de vivir este tipo de noches de furia distinta, muy distinta, de aquellos que se hacen selfies en medio de las llamas. Y en una sociedad democrática tener miedo o angustia por las noches no debe ser una opción.

Estos casos no fueron aislados, como comprobó Informativos Telecinco de la mano de Marc Llobet. Los ciudadanos tuvieron que encargarse de que la situación, ya crítica, no fuese a más. Los bomberos no podían llegar a muchos puntos de la ciudad por las barricadas que había en cada esquina del centro de Barcelona. Es el caso de Enrique. A punto estuvo el fuego de llegar a su gasolinera y provocar una tragedia. “Con ayuda de otra gente conseguimos conectar máquinas e intentar apagar el fuego”. Las llamas alcanzaban los 15 metros.

Los cortes de carretera, una sangría económica para muchos

"Yo si no trabajo no como", es la opinión de muchos ciudadanos que tienen dificultades para sacar adelante sus negocios con el transporte y las carreteras cortadas. Más que nadie los camioneros. Uno de ellos no pudo más y explotó durante las últimas manifestaciones. "¿Haces algo tú en la vida para poder quedarte ahí de panoli? le increpaba a uno de los manifestantes. Porque gran parte de estos, y eso preocupa a muchos, son gente joven. "Aquí siempre pagamos el pato los mismos, perdemos tiempo, clientes y llegamos tarde".

Eso por no hablar de las pérdidas para la ciudad tras estas jornadas de protestas son casi millonarias, rondan los 800.000 euros. La noche de ayer fue la más violenta por muchas razones, una de ellas fue la quema masiva de coches, decenas de vehículos sufrieron desperfectos durante los disturbios y muchos de ellos amanecían hoy calcinados. Uno de los afectados intentó salvar su vehículo, “subí a por las llaves para moverlo, pero ya era demasiado tarde y no pude entrar”. Desde el Ayuntamiento de Barcelona, al menos, han comunicado que buscarán el modo de ayudar a los vecinos que han sufrido la quema de sus vehículos.

Poco consuelo tienen los comerciantes son hoy uno de los colectivos más indignados con la guerrilla urbana que está tomando por las noches las calles de Barcelona. Una de las empresarias que tiene su negocio en estas céntricas calles se mostraba hoy indignada, “yo tengo mi negocio, pago mis impuestos, es horrible, porque al fin y al cabo somos los únicos que pagamos todo esto”.