Los resultados del 14F en Cataluña ofrecen dos posibles escenarios de pacto: o un Govern de signo independentista -con o sin carteras en manos de la CUP- o una coalición de izquierdas: ambas opciones tienen a ERC como denominador común, por lo que deberá elegir aliados.
El independentismo ha revalidado una vez más su mayoría absoluta, pero las relaciones entre ERC, JxCat y la CUP no pasan por su mejor momento y no será sencillo alcanzar un acuerdo, por lo que si esta opción falla se abrirá una posibilidad para explorar una coalición alternativa de izquierdas, también de difícil articulación.
Una posibilidad es que ERC y JxCat repitan coalición, como en la última legislatura, aunque con la presidencia, por primera vez desde los tiempos de la II República, en manos de los republicanos, concretamente de Pere Aragonès.
Para que esa coalición -sacudida por numerosos choques entre ambos socios a lo largo de los últimos años- vuelva a formarse, será necesario que la CUP, con sus votos decisivos, dé apoyo externo a la investidura, y eso no será fácil, ya que los anticapitalistas exigen una hoja de ruta mucho más ambiciosa para continuar el procés.
Otra opción sería que ERC y JxCat sumaran a la CUP en el seno del Govern, lo que representaría la primera vez que los anticapitalistas asumen responsabilidades de gobierno. La cabeza de lista de la CUP en estas elecciones, Dolors Sabater, dejó abierta la puerta a este escenario durante la precampaña, pero el consejo político de la formación enmendó la estrategia y avisó de que solo avalaría entrar en el Govern si JxCat y ERC diesen un giro de 180 grados en sus políticas.
Si no cuajase un acuerdo de investidura entre las tres formaciones independentistas, una alternativa sería un gobierno bipartito entre ERC y En Comú Podem, aunque necesariamente necesitarían los votos externos del PSC.
Es un escenario improbable, porque el candidato socialista, Salvador Illa, ha dejado claro en campaña que no hará presidente de la Generalitat a un independentista, si bien esa opción evitaría un ejecutivo íntegramente secesionista condicionado por la CUP.
Sería la reedición del esquema tripartito que presidieron en la primera década del siglo XXI Pasqual Maragall (2003-2006) y José Montilla (2006-2010). Esta fórmula, ahora, es altamente improbable debido a los vetos cruzados: ERC ha firmado un documento junto al resto de formaciones independentistas en el que se compromete a no pactar el Govern con el PSC, mientras que Illa apuesta por hacer coalición con los comunes y no gobernará con ningún partido que priorice la independencia.
Es la vía del "gobierno amplio" a favor de la autodeterminación y la amnistía para los líderes independentistas presos que defiende Aragonès. Pero la propuesta del candidato de ERC no tiene ninguna viabilidad, ya que los comunes y JxCat no quieren compartir Govern.
Si la CUP no alcanza un acuerdo con ERC y JxCat y, por otro lado, los vetos mutuos de republicanos y socialistas frustran una alternativa de izquierdas, se abrirá la posibilidad de una repetición electoral en Cataluña.
Si el candidato a la investidura no consiguiese ser elegido, se activaría un plazo de dos meses -a contar desde la primera votación fallida, que podría ser el 26 de marzo si se agotan los plazos-, tiempo en el que podría haber más debates de investidura.
Finalizados esos dos meses -si se hubiesen agotado previamente todos los plazos sería el 26 de mayo- sin haber podido desbloquear la investidura, el Parlament quedaría automáticamente disuelto y se convocarían nuevas elecciones en Cataluña, a celebrar al cabo de 54 días, es decir, aproximadamente a mediados de julio.