En las calles de Todoque sólo queda personal de emergencias. A lo largo de la tarde la lengua seguía avanzando, una ola lenta que iba comiéndose casas una a una, cada vez más cerca del núcleo urbano.
Donde ayer se vaciaba la iglesia, hoy solo unos metros la separan de quedar destruida. Desde zonas altas se controlado el avance de la lava, sin quitarle ojo, para poder ir desalojando las zonas de riesgo, para ver el avance.
Uno de los vecinos llegaba con su coche para sacar cosas de su casa, con la lava, al fondo a escasos 20 metros. Le han dicho que de la vuelta, vale más la vida.
Carmen apuraba las últimas horas en su casa de hace 50 años, con toda la incertidumbre posible. Los desniveles del terreno han hecho que con las horas la lengua varie su trayectoria, va más lenta, pero su nuevo camino hacia el mar atraviesa el corazón del barrio.
Una mujer llora desconsolada con toda la pena del mundo, se despide de su casa, de su barrio y se derrumba. En unas horas no tendrá casa, lo único que le queda va en un camión: un sofá y un colchón. Su tristeza la han sentido hoy cientos de vecinos.
Muchos tienen que elegir en 5 minutos de una casa, de una vida, nos escogen los electrodomésticos mientras otros las fotografías de los hijos. Lloran hasta los que nunca lloran.
Las casas ya desalojadas quedan como si las hubieran asaltado, en horas todo estará pulverizado.