El volcán de Cumbre Vieja en La Palma continúa regando de lava la isla de La Palma. Tras más de dos meses desde el inicio de la erupción, nada hace prever todavía el fin de su actividad. Al contrario, su voracidad destructora sigue sembrando la desolación de los palmeros, y ayer una nueva colada, tras una nueva fisura en el cono principal, se cebó con el barrio de Las Manchas, donde llegó incluso a sepultar el cementerio.
La lava cruzó sus muros y los nichos van desapareciendo bajo la colada, ante el dolor de quienes tienen allí a sus seres queridos.
“Yo tenía la esperanza de que el cementerio no se lo llevará, pero se lo llevó”, lamentan hoy en el lugar.
Vecinas como María de los Ángeles, entrevistada en Informativos Telecinco, relatan la devastación provocada por el volcán: “Se llevó la casa, los plátanos, los terrenos”, cuenta, señalando no obstante que la pérdida que más le ha dolida es precisamente esa que ha dejado la lava tras arrasar también con el cementerio.
“El cementerio nos dejó peor todavía. Allí tenía yo a mis padres enterrados. A papá y a mamá”, lamenta.
El terreno en el que hay alrededor de 4.000 personas enterradas está siendo dominado por el volcán que, poco a poco, se expande entre las tumbas.
“Después de dos meses y medio llega otro batacazo más, que es esto”, cuenta.
Lo mismo le sucede a otra vecina, que relata con dolor que ya no tiene dónde ir junto a su abuela para ponerle flores a su bisabuela: “Nunca más voy a compartir eso con mi abuela. No poder ir allí, ponerle flores… porque al final esos ratitos son los que llenan a las personas cuando no las tienes”, explica desde la desolación.
El volcán se ha llevado algo irremplazable. Con el cementerio de Las Manchas se pierde un lugar donde las familias encontraban el consuelo.