Los tiempos han cambiado. Del jarabe democrático a blindar la casa. De ver a la Guardia Civil como algo extraño a ver cómo esa Guardia Civil ha reforzado el dispositivo de seguridad desplegado en la urbanización de Galapagar (Madrid) donde se ubica la vivienda del vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, y la ministra de Igualdad, Irene Montero, con la colocación de vallas y el acceso limitado únicamente a residentes. De apoyar los escraches en la universidad y en las casas de los adversarios políticos a sufrirlos en persona. Todos los escraches son condenables. Y así lo han dejado claro todos los partidos politicos salvo Batasuna, a la que aún le cuesta condenar asesinatos. Los ministros del PSOE y el vicepresidente del Gobierno están en el foco. Y no deberían.
El presidente del PP, Pablo Casado, ha condenado hoy escraches en domicilios particulares “sean de quien sean y a quien sean” a los que se ha referido como “líneas rojas”. “Hay líneas rojas que no se pueden pasar y una de ellas es la intimidación y, más aún, en el ámbito familiar”, ha dicho durante su intervención en el pleno del Congreso. Asimismo, le ha dicho a Pedro Sánchez que su problema no son las caceroladas sino las “colas kilométricas para conseguir una bolsa de comida”. Casado ha asegurado que sería “una irresponsabilidad” prorrogar los poderes extraordinarios al Gobierno con una ampliación del estado de alarma. “No lo vamos a cometer, hasta aquí hemos podido llegar”, ha enfatizado.
La vivienda que el líder de Podemos y la ministra tienen en la urbanización La Navata de Galapagar ha sido objeto en los últimos días de las protestas contra el Gobierno por la gestión de la pandemia del coronavirus que se originaron en el barrio de Salamanca de Madrid y se han ido extendiendo por diferentes puntos del territorio nacional. La Guardia Civil es responsable de garantizar la seguridad en el perímetro de la vivienda de Iglesias y Montero, un cometido ya asignado antes de la declaración del estado de alarma.
En los últimos días, principalmente desde el pasado fin de semana, han sido varios los vecinos que se han acercado a la zona para hacer sonar sus cacerolas y sartenes para reclamar la dimisión del Gobierno por su gestión de la crisis del Covid-19. Siguiendo la convocatoria en redes sociales para una 'cacerolada' a las 21.00 horas, varias decenas de personas se han concentrado en los últimos días frente al chalé de esta urbanización de lujo ataviados con banderas de España y haciendo sonar el himno nacional.
Provistos de mascarillas, aunque no en todos los casos, los congregados este martes han paseado frente a la vivienda de Iglesias y Montero para protestar contra el Gobierno bajo la atenta mirada de los agentes del Instituto Armado.
La Guardia Civil ya había reforzado en los últimos días el dispositivo de seguridad en la zona y este jueves ha colocado vallas disuasorias en la calle y ha controlado el acceso a la misma, permitiendo únicamente pasar a los residentes.
El propio Iglesias ha condenado este martes los escraches que han sufrido en los últimos días y ha avisado de que si se generalizan protestas como la que estos días están llevando a cabo "gente de derechas" contra algunos miembros del Ejecutivo, como es su caso, frente a sus domicilios, no se sabe "donde pueden acabar", y lo próximo pueden ser concentraciones "de gente de izquierdas" frente "al apartamento" de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, o la casa del líder de Vox, Santiago Abascal.
"Hoy es gente de derechas manifestándose en la puerta de mi casa. Mañana puede ser gente de izquierdas manifestándose en frente del apartamento de Ayuso, de la casa de los Espinosa de los Monteros o de Abascal", ha advertido en una entrevista en La Sexta, recogida por Europa Press, en la que ha señalado que en lo que a él respecta, no se queja, porque "a la política hay que venir llorado de casa".