Alcobendas, al norte de Madrid, está estos días en el foco mediático por haber roto supuestamente la teoría de que el coronavirus se ceba con los pobres, pero no es cierto ya que no todo son urbanizaciones de lujo, como La Moraleja, y en las zonas afectadas por las restricciones de movilidad hay hacinamiento y pocos recursos económicos.
Alcobendas, antiguamente considerada una ‘ciudad dormitorio’ y desde hace años autoproclamada “un modelo de ciudad” (según reza su propio eslogan), tuvo en 2018 una renta media de 57.678 euros, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), lo que le dio un pase para el ranking de las diez ciudades más ricas de España.
La cuestión es que esa renta media incluye los altos ingresos de La Moraleja, que distorsionan el resultado final y, con ello, la visión que proyecta el municipio fuera de sus fronteras. La desigualdad de Alcobendas (de fama internacional, incluso, gracias al discurso de Penélope Cruz en la edición de los Premios Óscar de 2009) se aprecia solo cuando se compara entre los cuatro distritos: Centro, Norte-Valdelasfuentes, Empresarial y Urbanizaciones, que incluye a La Moraleja.
En concreto, el último informe de IRPF de la Agencia Tributaria, también de 2018, detalla que la renta disponible media en La Moraleja fue de 116.104 euros anuales (lo que le situó como el barrio con mayor renta disponible de toda España), muy lejos de las demás áreas: 25.932 euros anuales de media de Valdelasfuentes y 48.475 de media del resto de distritos.
Todavía se puede ir más al detalle, gracias al ‘Atlas de distribución de la renta de los hogares’ del INE, que desvela que en la zona Centro hay calles donde el sueldo medio anual no llega a los 10.000 euros. Y es ahí donde el coronavirus registra sus altas tasas de contagios y golpea a los hogares más humildes.
Los últimos datos de Sanidad, publicados este martes, reflejan que en los últimos 14 días en las zonas de Chopera y Miraflores, las dos afectadas por las restricciones de movilidad en la Comunidad de Madrid, la tasa sigue siendo superior a 1.000 casos por cada 100.000 habitantes (con 1.316 y 1.126 positivos por COVID-19, respectivamente).
Todo porque en esta pandemia los factores socioecónomicos son relevantes, y en Alcobendas “los pobres viven en la zona centro, con recursos limitados y en pisos que a veces no llegan a los 50 metros cuadrados”, cuenta a Efe Laura, que trabaja y reside en el casco urbano, el corazón de la ciudad (lo que se conoce como “el pueblo”).
“Muchos tenemos trabajos precarios, que se han visto afectados por la pandemia, y vivimos familias completas en pisos pequeños. Somos carne de cañón”, relata, aunque reconoce que no en todas las viviendas se repite este escenario. Otros vecinos del barrio apoyan la idea de que “la clase trabajadora siempre paga el pato”, como afirma Luis, jubilado de 69 años y residente en una calle del centro, desde donde “le cuesta mucho imaginarse confinada” a La Moraleja. “A ver quién se atreve a tocar a los ricos”, bromea.
Rafa García, portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, cuenta a Efe que “la clase social del centro es muy diferente a la de La Moraleja… incluso a la de Valdelasfuentes”, el distrito de nueva construcción, donde se concentra mayoritariamente gente joven y familias con sueldos medios.
“En el centro de Alcobendas los pisos son más viejos, sin ascensor, con peores condiciones y mayoría de gente jubilada y emigrantes”, resume García, quien menciona que el alquiler también es más barato, muchas veces por habitaciones sueltas. Las viviendas del casco histórico son bloques en altura que tienen, con suerte, balcones estrechos y pequeños parques en sus inmediaciones.
Pese a todo, Lara, estudiante de 27 años y vecina de una de las zonas confinadas, dice “no comprender” qué ha pasado para tener una de las tasas más altas de la región, porque “todos parecen cumplir las normas”. Pero la densidad de población es muy distinta, en el distrito centro del municipio viven 45.576 habitantes, mientras que en La Moraleja, con mucha más extensión, residen 24.836 personas.
Muchos habitantes de la adinerada urbanización, como Sofía, una empresaria de 44 años que vive en El Soto, defienden que “no se entendería que se aislase a una zona alejada y sin apenas contagios -tienen 513 casos por cada 100.000 habitantes-, porque, además, eso frenaría la actividad económica”. Cerca de ella, en la plaza de Los Arcos, pasean con su hijo Laura y David, quienes coinciden en que “en esta zona el espacio entre personas es enorme y, si uno quiere, puede llegar a no tener contacto con otros en varios días”. Además, “uno puede hacer vida sin salir de La Moraleja, o yendo solo a Madrid, pero no al centro de Alcobendas”, sostienen.
En la misma plaza, junto a un cajero, Marta dice “no comprender” la polémica creada estos días en torno a La Moraleja, y confía en que “solo se cierren los espacios afectados por el virus” y no a las zonas que “son casi ajenas a la pandemia”. Los vecinos del Centro afirman que, al contrario de lo que muchos piensan, el caso de Alcobendas viene a reforzar la idea de que el coronavirus ataca a los espacios más pobres, por sus condiciones de habitabilidad. “El problema es que no todos saben que en Alcobendas hay muchísima clase baja y obrera”, concluye Santiago desde uno de esos barrios en los que nadie piensa durante la gala de los Premios Óscar.