El viento empuja más y más cenizas del volcán de La Palma, que ya ha engullido 1.065 hectáreas de terreno y destruido 2.651 edificios, hacia la zona del aeropuerto y ha obligado a cancelar de nuevo todos los vuelos por la gran cantidad que se acumula en su pista. El centro emisor visto desde el aire muestra hoy dos flujos ardientes. Exhalan un aliento de vapor de agua y ceniza que deja un panorama de terminales vacíos en el aeropuerto que contrastan con la imagen de muchedumbre que elige el ferry por previsión.
Los ciudadanos no se quieren arriesgar ante la erupción de una volcán que no cesa. "Habíamos reservado ya en barco porque estábamos viendo que estaba empeorando el tiempo. Los vuelos cancelados se suceden. "Teníamos que volver en avión el sábado. Y anoche nos lo anularon otra vez", comentan los damnificados por una ceniza que no cesa y que mantiene el aeropuerto inoperativo mientras se sigue limpiando.
El viento sopla hacia el norte y las mediciones de la UME revelan que el aire permite todavía trabajar en las zonas de exclusión con mascarilla y gafas. Otra cuestión muy desagradable es lo que se percibe al respirar. Olor fuerte, a quemado, como a huevos podridos, que provocan dolor de nariz y garganta. Los ojos pican.
El dióxido de azufre vuelve a estar en el límite de lo asumible. Desde este dron volvemos a divisar los depósitos de tonos amarillos de esta sustancia acumulados cerca del cono, junto a las plumas blancas de vapor de agua que permiten localizar las fumarolas que siguen emergiendo de la ladera.