Fin a un año político marcado por la crispación, la ley de amnistía y la falta de consensos

Termina un año político marcado por la crispación, 3 elecciones autonómicas y unas elecciones europeas. Y aunque no hay en el horizonte unas elecciones generales, parece que la clase política vive en campaña permanente. Ha sido el año de los "5 días de Sánchez", de la agonía numérica para sacar adelante leyes y del de mayorías sorprendentes aunque no tan fuertes como para hacer caer el Gobierno. 

No se puede decir que haya sido un año de consensos, aunque los ha habido: para la renovación del Poder Judicial, la aprobación de la ley ELA y la reforma del artículo 49 de la Constitución. Son los acuerdos principales en un año en el que los niveles de división alcanzaban nuevas cotas en la política española. Una primera mitad del año marcada por la controvertida ley de amnistía aprobada, muy criticada y paralizada por el Tribunal Supremo para, entre otros, Carles Puigdemont. Un año más protagonista, uno año en el que se acaba fugando de territorio nacional y en el que maximiza sus 7 votos en el Congreso de los Diputados.

La reflexión de Pedro Sánchez

El curso político en las Cortes de quebraderos de cabeza, votaciones agónicas, llamadas de madrugada y algunas derrotas por la aparición de otras mayorías a la derecha que de momento encuentran consensos, menos en una cosa: dejar caer al presidente del Gobierno.

Ha sido el año de la carta de Pedro Sánchez, de su reflexión, de un PSOE en vilo y todo con un catalizador principal: el cerco judicial a su mujer. Pedro Sánchez concluyó que merecía la pena seguir, que hay gobierno para rato, alentado por los buenos datos macroeconómicos, mientras las causas judiciales que afectan a su entorno familiar, el propio caso Ábalos, amenazan el horizonte político para Pedro Sánchez este próximo año.

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