Tras dos semanas de actividad en el Congreso, Junts alimenta la incertidumbre sobre un Gobierno que encadena varias derrotas parlamentarias y que encara el último tramo del año con el objetivo de mantener sus apoyos y sacar adelante los presupuestos de 2025.
"Con Junts no funcionan los chantajes ideológicos". Así ha respondido el expresident y líder de Junts, Carles Puigdemont, a la polémica surgida por el 'no' de última hora de sus diputados en el Congreso de los Diputados a la tramitación de la propuesta para regular de los alquileres de temporada. En un mensaje en las redes sociales, Puigdemont ha recordado a Pedro Sánchez que no dispone de una mayoría en la Cámara baja y ha advertido de que la negociación no puede hacerse "con vocación de alfombra donde secarse los zapatos antes de entrar en casa".
"No sudar la camiseta intentando ganar cada voto es el camino más directo al fracaso. Nuestros votos no los pueden dar por descontados", ha añadido Puigdemont, tras pedir a los socialistas que "hagan memoria". Según el líder de Junts, en el PSOE no se pueden hacer ahora los "sorprendidos" porque considera que ya le avisaron. El último movimiento de Junts, al tumbar la ley de Sumar, ha levantado descontento. Este miércoles más de 200 personas se han concentrado frente a la sede del partido independentista en Barcelona, convocados por el Sindicat de Llogateres. Entre las consignas que han destacado: "Alerta Convergència se nos acaba la paciencia", "Ni un euro más, tumbemos los alquileres", o "Miriam Nogueras desahucia inquilinas".
El portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, ha advertido este miércoles al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de que se está conformando "un bloque nuevo de derecha y ultraderecha", un "fantasma", según el diputado republicano, que recorre el Congreso.
Desde Sumar no han escondido su enfado con los independentistas, a los que han acusado de "deslealtad". Además, fuentes del grupo plurinacional ven a Junts cada vez más escorado a la derecha. Muy molestos también estaban este miércoles tanto los ministros de Sánchez como los diputados socialistas, que ven "incongruente" la postura del partido catalán.
Otros socios de investidura alertan sobre la debilidad del Gobierno y ven difícil mantener la legislatura, mientras que Pedro Sánchez ha dejado claro, durante la sesión de control al Ejecutivo, que tiene fuerzas renovadas y que agotará los tres años que restan de mandato. La de este martes no ha sido la única votación que Moncloa 'pierde' en la Cámara baja en apenas una semana, ya que otro de sus socios, el PNV, posibilitó con sus votos que el Congreso pidiera que reconocer a Edmundo González como ganador de las elecciones de Venezuela.
En el caso de los nacionalistas vascos, tanto PSOE como PNV señalan que la postura sobre Venezuela fue algo puntual y aseguran que la relación entre ambos grupos es sólida y no se resiente. En todo caso la vista está ahora puesta en los presupuestos de 2025, con el no de Junts a apoyar la senda de déficit, primer paso de las cuentas públicas, que ya tumbaron el pasado mes de julio.
Los independentistas catalanes nunca han garantizado su apoyo al Gobierno y mantienen que negocian "pieza a pieza" y votarán a favor del Gobierno cuando este cumpla con sus acuerdos. "Si no cumple con Junts, no tendrá lo que necesita: nuestros siete votos", ha advertido al Ejecutivo el diputado Josep Maria Cruset en el pleno del Congreso de este miércoles. Desde el partido independentista reconocen que hay "un antes y un después" con el Gobierno desde el intento de detención de Carles Puigdemont en su regreso a España, aunque, al mismo tiempo, niegan tener contactos con el PP para apoyar sus votaciones.
Por su parte, la intención del PP es aprovechar esta situación para reforzar su capacidad legislativa desde la oposición y como partido más votado en las últimas elecciones generales. Aunque fuentes de Génova indican que no pretenden construir un bloque en torno a Junts, sí señalan que llevarán al Senado y al Congreso iniciativas en el ámbito social y económico que puedan salir adelante con los votos de los partidos de derechas de la Cámara. De hecho, el líder de los populares, Alberto Núñez Feijóo, ya ha avanzado que su grupo planteará una ley de conciliación en las próximas semanas, a la que seguirán otras.
La otra parte de la ecuación, Vox, considera que los "fantasmas" los ve Rufián al considerar que pueda haber una alianza PP-Vox-Junts, ya que según sostienen fuentes de la formación, ellos ni siquiera comparten bloque con los populares. Significativo fue, en todo caso, que Vox apoyara en la votación del martes una iniciativa de la formación que lidera Carles Puigdemont sobre la multirreincidencia, que salió adelante también con los votos del PP, PSOE y PNV.
A las complicaciones para sumar mayorías entre los diferentes grupos que acordaron la investidura, se suma la incógnita sobre qué hará en cada votación el ex ministro socialista José Luis Ábalos, quien ya se ha apartado del voto de sus excompañeros en dos ocasiones, molesto por la auditoría sobre el 'caso Koldo' que realizó el ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible.
Aunque hasta ahora su voto no ha sido decisivo, la actual aritmética parlamentaria eleva el precio de cada escaño y hace que todas las miradas se dirijan hacia su asiento cada vez que la pantalla del hemiciclo arroja el resultado de las votaciones. Desde el Gobierno quitan importancia a esta postura de Ábalos, ya que aunque reconocen que está descontento con el partido, creen que "votará en conciencia socialista" y no compartirá posturas "con la ultraderecha".
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