Este miércoles se celebraba el primer Consejo de Ministros ("y Ministras, por supuesto") de la nueva legislatura de Pedro Sánchez. Un apunte, el de reivindicar que hay una mayoría de representación femenina en el renovado Ejecutivo, que convirtió a Ana Redondo en una de las protagonistas del traspaso de carteras que tuvo lugar hace justo 24 horas.
Ser la sustituta de Irene Montero en uno de los Ministerios que más controversia ha generado en los últimos cuatro años convertía a la vallisoletana socialista en uno de los principales reclamos mediáticos del recién estrenado Gobierno. Una presión que decidió aprovechar explotando tanto el contenido como la forma en la que debutó al frente de Igualdad.
Lo primero, la parte del contenido, lo cubrió tanto con esta matización frente al rey Felipe VI como en su posterior traspaso de carteras con Irene Montero, donde pronunció su primer discurso como ministra, marcó las líneas de acción que pretende llevar a cabo en esta nueva etapa y evitó utilizar el lenguaje inclusivo, uno de los grandes avances que impulsó su predecesora.
La forma la representó a través de su vestimenta. Su traje rojo PSOE, sus gafas moradas y sus pendientes de plumas del mismo tono, el del feminismo, dieron el toque de color a una 'foto de familia' en la que primó la sobriedad estilística. Una apuesta por la extravagancia que este miércoles, en su esperado posado a las puertas del Palacio de la Moncloa, ha repetido, confirmando así que detrás de esta elección hay un mensaje que pretende hacer calar.
Así lo han analizado los compañeros de la Tribuna de Valladolid, ciudad en la que conocen bien el pasado de Redondo por su trayectoria como concejala de Cultura y 'número dos' de Óscar Puente durante su periodo como alcalde. Según apuntan, la constante presencia de plumas en sus complementos podría estar asociado a los pavos reales del Campo Grande de Valladolid, uno de los principales reclamos turísticos de su tierra.
Esto, sumado a sus preferencias estilísticas (que probablemente sean su principal motivación), el hecho de que las plumas son un símbolo de libertad e igualdad (valores troncales del Ministerio del que ahora es la cabeza visible) o su componente supersticioso, casi de talismán, darían sentido a que Ana Redondo recurra a ellas con tanta asiduidad, especialmente a raíz de su reciente salto a la política nacional.
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