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"El príncipe de Asturias se va a casar con una mujer muy conocida". Así, con estas trece palabra, Rafael Manzano destapó en su sección para el 'Hoy por Hoy' de Iñaki Gabilondo una de las exclusivas del siglo. Era 31 de octubre de 2003, y el heredero estaba cerca de cumplir 36 años. El debate sobre qué mujer escogería para acompañarle en su camino al trono estaba en la calle. Y parecía que Zarzuela por fin había dado el 'sí' a la definitiva.
El tiempo apremiaba, y después de sus relaciones fallidas con Isabel Sartorius, Gigi Howard y Eva Sanumm no se conocían datos sobre la situación sentimental de Felipe de Borbón. Esa misma tarde, en 'Con T de Tarde', Terelu Campos dio un paso al frente y, alentada por María Teresa Campos, su madre y reina de las mañanas por entonces, pronunció el nombre que todos los españoles ansiaban descifrar: el de Letizia Ortiz.
Un día después, coincidiendo con el Día de Todos los Santos, TVE interrumpió su programación para leer un comunicado emitido por Casa Real. "Sus Majestades los Reyes tienen la gran satisfacción de anunciar el compromiso matrimonial de su hijo, Su Alteza Real el Príncipe de Asturias Don Felipe, con Doña Letizia Ortiz Rocasolano. La petición de mano tendrá lugar en el Palacio de la Zarzuela el próximo jueves, día 6 de noviembre", rezaba. Y lo que sucedió aquel día pasó a la historia.
Aunque en los cinco días que pasaron desde el anuncio hasta su presentación oficial pudimos ver y escuchar a los prometidos (atendieron brevemente a los medios en los jardines de El Pardo y acudieron de la mano al 65º cumpleaños de la reina Sofía en el Teatro Real de Madrid), no fue hasta ese 6 de noviembre de hace ahora 20 años cuando conocimos en profundidad a esa periodista del ente público que en un futuro terminaría siendo reina.
Quienes vivieron aquel acto seguro que recuerdan ese traje sastre blanco de Armani que su hija, la princesa Leonor, pareció querer emular en su jura de la Constitución hace justo una semana. También se acordarán de cómo hablaron el uno del otro, dejando claro que en su decisión había primado el amor. "Es un ser humano excepcional, muy respetuoso y sensato. Inteligente y gran lector. Una persona afanada en crecer por dentro y en tener una visión del mundo y de la vida muy clara y comprometida", dijo ella de él.
Gracias a esa especie de rueda de prensa resolvieron la duda de qué sería de ella en lo profesional, ya que hasta hacía días era la presentadora titular del Telediario de las 21 horas de la primera cadena. “A partir de hoy, queda claro que es un punto y aparte en la labor que he venido siguiendo hasta ahora, aunque sería deseable que fuera de forma gradual mi desvinculación de TVE, no inmediata”, planteó. “Está claro que a partir de ahora y de forma progresiva voy a integrarme en esta nueva vida con las responsabilidades que conlleva y con el apoyo y cariño de...”.
Fue entonces, en esos puntos suspensivos, cuando entraron en juego esas dos palabras que quedaron registradas en los anales de la cultura popular, casi superando el "vengo a hablar de mi libro" de Umbral. El "déjame terminar" que Letizia Ortiz pronunció de forma espontánea, fruto de una interrupción del príncipe Felipe mientras ella explicaba cómo afrontaba su futuro dentro de la Corona bajo “el ejemplo impagable de la reina”, terminó convirtiéndose en un arma para sus detractores, indignados por el hecho de que una mujer divorciada, progresista y sin linaje real fuese la elegida.
Su carácter, desde entonces, pasó a ser una cuestión de Estado en tertulias y barras de bar. Fueron miles los medios que titularon con un “Letizia regaña a Felipe” sus crónicas. Algo que trajo consigo veinte años de juicios de valor en los que la ahora reina consorte ha tenido que controlar su actitud pública para superar esas duras críticas que recibió en sus inicios. Ahora, la modernización que ha experimentado la monarquía desde que Felipe VI ocupó el trono ha favorecido que esa mayoría para la que la reina Letizia generaba cierto rechazo ahora aplauda esa naturalidad por la que en su día se la condenó.
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