El rey emérito fue el gran ausente en los actos institucionales de la jura de la Constitución de la princesa Leonor. Su participación en la celebración del cumpleaños de su nieta se ciñó exclusivamente al ámbito privado. Juan Carlos I llegó a las 20:00 horas de la tarde a la cena familiar en el Palacio de El Pardo y dos horas después fue el primero en abandonar la velada. Ni siquiera pasó la noche en Madrid. Volvió al aeropuerto de Barajas y voló en un avión privado que le llevó hasta Londres.
Una celebración de la que se va conociendo algunos detalles. Eso sí, hablamos de información, ya que no hay ninguna fotografía como prueba de que la familia del rey estuvo reunida al completo. Casa Real ya comunicó que se trataba de un evento privado, íntimo y discreto, donde los teléfonos móviles estaban terminantemente prohibos para el medio centenar de invitados.
Lo que está claro es que los focos se mantuvieron ayer sobre la heredera al trono, una estrategia que la Casa Real trató de cuidar al límite. Por ello, lo más probable es que no se difunda ningúna imagen de la princesa de Asturias con su abuelo paterno, al que no veía desde hacía cuatro años (cuando ella tenía 14), en el Palacio del Pardo.
La princesa Leonor captó todas las miradas en su 18º cumpleaños. Todo estaba estudiado y pensado al milímetro en la jura de la Constitución y los actos posteriores. Nada ni nadie debía salirse del guion. La Casa Real quería una imagen de modernidad y nuevos tiempos, y así fue. El rey emérito acudió solo al acto privado, como decíamos y vio a los reyes y a sus nietas en escasas dos horas.
No hay imágenes del encuentro, ni de las tensiones que pudo haber en la cena familiar. El guion previsto se cumplió. Don Juan Carlos abandonó la cena con el rostro serio y mirando hacia abajo mientras iba a bordo de un coche. Se fue rumbo al Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, cogió un jet privado y pasó la noche en Londres, antes de viajar a Emiratos Árabes Unidos (EAU).
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