Es la primera vez que Leonor acompaña a los reyes de España en el tradicional besamanos de la Fiesta Nacional. Tras el importante rol militar que ha ocupado durante el desfile, la princesa de Asturias ha ejercido de anfitriona de los más de 2.000 representantes de los estamentos de la Administración y la sociedad civil que han acudido a la recepción organizada por sus padres en el Palacio Real.
Un acto institucional en el que la heredera al trono ha recibido una sorpresa con la que no contaba y que le ha hecho romper por completo con la rigidez y compostura que implicaba una cita como la de hoy.
En la segunda tanda de saludos (la familia real hace cuatro parones para descansar las manos), algunos de los 82 miembros del batallón de alumnos del Ejército de Tierra que desfilaron previamente por el madrileño Paseo de la Castellana se dejaron ver por el salón del trono en el que ella se encontraba.
La reacción y 'colegueo' de ambas partes, tanto de la receptora como de los emisores de esta grata sorpresa, ha demostrado la buena relación personal que la princesa de Asturias mantiene con sus compañeros de segundo y tercer curso de la Academia Militar de Zaragoza. Esos a los que dos horas antes, esta vez desde la tribuna real dispuesta para el desfile, recibió esbozando una sonrisa.
Esta no ha sido la única anécdota que se ha producido durante esta larguísima recepción. Poco antes de encontrarse con sus compañeros, tanto Leonor como los reyes Felipe y Letizia rompían la rigidez del besamanos para ayudar a Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, un histórico de la Transición Española. Los problemas de de movilidad que sufre a sus 83 años han provocado que la familia real empaticen con su situación y paren por unos segundos el ritmo frenético de su ronda de saludos.