Ochenta y cuatro días llevaba sin coger un pez el viejo pescador de 'El viejo y el mar' de Ernest Hemingway. Sólo diez han transcurrido desde las elecciones del 23J y los socialistas se pertrechan de paciencia y un buen anzuelo que haga picar a los partidos independentistas para hacer a Pedro Sánchez de nuevo presidente del Gobierno. "No tenemos ninguna prisa", avisa el ministro Félix Bolaños, uno de los negociadores designados por Pedro Sánchez para articular una mayoría parlamentaria que haga posible su investidura. Un intento de frenar el balón y las peticiones de máximos con las que han arrancado las negociaciones.
"Comprendo que pueda haber fuerzas políticas que inicien las conversaciones con posiciones de máximos pero tampoco se entendería que esas fuerzas políticas se quedaran en posiciones de máximos sin hacer ningún tipo de movimiento", advertía el negociador de Sánchez llamando a la ventanilla de Carles Puigdemont que de saque ya ha pedido la amnistía y el referéndum. Bolaños confirma así que la negociación con Junts ya ha comenzado.
Para evitar pagar la factura que quieren girarle los partidos independentistas el Gobierno de coalición engorda el anzuelo con más dinero para financiar a Cataluña y con el tema de la lengua. El PSOE ya ha ofrecido una reforma del modelo de financiación autonómica que lleva una década sin tocarse y se abre a estudiar una quita de la deuda de 71.000 millones de euros que la Generalitat de Cataluña adeuda al Estado.
Por su parte, Yolanda Díaz, negocia por su cuenta de forma paralela y propone explorar fórmulas para la consulta durante la legislatura. Eso y que se hable catalán en el Congreso de los Diputados esta legislatura. Una oferta, la de la lengua, que los socialistas ven "compleja" de llevar a la práctica y una manera de marcar territorio recordando a la líder de Sumar que es el PSOE quien lidera las conversaciones de investidura.
Puigdemont y el núcleo duro de Junts de momento no pica ese anzuelo y no cede en sus exigencias de amnistía y referéndum. En un largo hilo de Twitter el líder independentista desprecia la oferta de Yolanda Díaz y acusa al PSOE de "supremacismo lingüístico" mientras recuerda que los socialistas han empleado distintas estrategias para evitar que en el Senado se hable catalán.
El problema para el candidato del PSOE es que después de que abriera fuego Junts poniendo precio a su apoyo y el Gobierno respondiera abriéndose a una quita de la deuda catalana, el resto de partidos del bloque de investidura, todos a una, han ido detrás. A rebufo de Puigdemont, Esquerra. El president de la Generalitat de Catalunya reclama también un referéndum, recortar la contribución de la hacienda catalana a las cuentas del conjunto del Estado, negociar bilateralmente un nuevo modelo de financiación, el traspaso de Rodalies y en definitiva cumplir con la agenda catalana.
A lo de saldar la deuda pero en esta caso de la Generalitat Valenciana -40.000 millones de euros- se ha apuntado Compromís a cambio del voto de sus cuatro diputados en el Congreso. Una petición que secundan los socialistas valencianos a ver si por ahí abren una brecha entre los barones del PP con intereses contrapuestos al respecto y que acusan al Gobierno de "mercadear" con la financiación autonómica.
El voto clave de Coalición Canaria también tiene precio: una mejor financiación para Canarias y ayudas para reconstruir la isla de La Palma que sigue sin dejar atrás la pesadilla del volcán.
Después de darle un portazo a Alberto Núñez Feijóo, el PNV reclama un "un acuerdo sobre el modelo territorial" con vascos y catalanes para apoyar a Sánchez. "Necesita a los catalanes y a los vascos. Eso exige un acuerdo sobre el modelo territorial. No digo que acepte el 100 % de nuestras peticiones, pero tiene que abrir ese melón", decía esta semana en una entrevista en El País. Una actitud que contrasta con la de Bildu. Arnaldo Otegi ya ha garantizado sus seis escaños para la investidura del candidato socialista sin "líneas rojas en público".
Eso mientras Podemos se reivindica dentro de Sumar y reclama un ministerio para los morados en el futuro Gobierno de Coalición.
Ante tal avalancha de peticiones el Gobierno ha decidido parar el balón, darse tiempo para que baje el suflé y que sus socios se apeen de las posiciones maximalistas.
En el lado de la derecha, el Partido Popular sigue empeñado en no tirar la toalla y mantiene viva su demanda de una investidura de su jefe Alberto Núñez Feijóo. Lo contrario dicen los populares sería una "anomalía democrática".
"Pedro Sánchez pretende una anomalía democrática. A pesar de haber perdido pretende seguir siendo presidente del Gobierno apoyándose en partidos que no creen en España y quieren debilitar al Gobierno español", insistía un día mas uno de los hombres de confianza de Feijóo, Miguel Tellado.
El PP sigue chocando con la aritmética parlamentaria y para colmo Vox, su único socio confirmado, ya se ha encargado en echar un jarro de agua helada a las aspiraciones del gallego. "Es verdad. Todos somos conscientes de que al señor Feijóo le va a ser difícil conformar una alternativa de Gobierno", declaraba este jueves el número dos de Vox, Jorge Buxadé, pinchando el globo de la investidura del líder del PP.