Las elecciones generales del 23J vuelven a dibujar un mapa político que muestra una única salida: los pactos entre las distintas formaciones como vía para la gobernabilidad. Alberto Núñez Feijóo ha vencido en las urnas, pero se trata de una victoria amarga que no posibilita su ansiado gobierno en solitario. Tampoco parece tener opciones el PP en la formación de un bloque con Vox, ante el rechazo y la repulsa de los partidos vascos y la oposición entre los independentistas catalanes, ambos clave para el futuro de España. Mientras, Pedro Sánchez y el PSOE, en bloque con Sumar, esperan volver a recabar los apoyos necesarios y, con ayuda de estos últimos, lograr una investidura que no se prevé exenta de una dura negociación.
Con la pregunta en el aire de qué es lo que sucederá entonces, la aritmética con la que cuentan y con la que ponen en marcha la llamada calculadora de los pactos atiende al siguiente reparto de escaños:
Estando la mayoría en 176, ningún partido político la alcanza. Formar el nuevo Gobierno de España pasa necesariamente por la negociación y los pactos entre las distintas fuerzas.
Ante esta situación, y en vano, Alberto Núñez Feijóo no cesa en sus reclamos continuados al PSOE para que permita el gobierno de la lista más votada. El líder del PP, pese a la significativa remontada de su partido respecto a los comicios de 2019, es consciente de que sus opciones de llegar a Moncloa son sumamente improbables. El duo con Santiago Abascal no le es suficiente, y ese bloque con Vox encuentra la repulsa y el rechazo directo de los partidos vascos, además encontrar oposición entre los independentistas catalanes.
Así las cosas, PP y VOX suman 169 escaños. Con CCa y UPN podrían llegar a 171. PSOE y Sumar suman 153. Si nuevamente el Gobierno de coalición logra apoyos de ERC, EH Bildu, EAJ-PNV, más BNG, las cifras le dan un 172. Vencerían por un solo punto al bloque del PP-Vox, pero aquí entra en juego Junts. El partido de Carles Puigdemont tendría también la llave de la gobernabilidad. Un ‘sí’ a Pedro Sánchez o una abstención permitirían su investidura si previamente ha conseguido el apoyo del resto de los socios. En ese caso, el ‘sí’ lo desbloquearía todo, mientras la abstención le daría la investidura en la segunda vuelta, en la que a Sánchez le bastarían más síes que noes.
En este contexto, Santiago Abascal ha arremetido contra la estrategia de Alberto Núñez Feijóo, acusándole nuevamente de "vender la piel del oso antes de cazarlo", de rehuir de los debates y "repartirse ministros" y "nombrar" vicepresidentas antes de vencer en las urnas. "Parece que han ganado todos", lamentaba con "seriedad" tras salir a valorar los resultados del 23J ante su militancia y los medios de comunicación, dando por hecho en esa comparecencia que Pedro Sánchez reeditará el Gobierno de coalición.
Si Pedro Sánchez, junto a Yolanda Díaz, vuelve a conseguir el apoyo de ERC, PNV y Bildu, más allá del de BNG, lo que haga Junts será lo que determine definitivamente si de estas elecciones saldrá un presidente del Gobierno o si nos vamos a unos nuevos comicios, una temida resolución que nos llevaría de una jornada electoral en plenas vacaciones de verano a otra en Navidades...
Los 7 escaños del partido de Puigdemont tienen en esa situación un peso fundamental. Y son plenamente conscientes de ello. Es lo primero que advirtió su líder, Miriam Nogueras: "No haremos presidente a Pedro Sánchez a cambio de nada", lo que augura una dura negociación si quiere hacerse con el 'sí' o la abstención.
En ese camino, el propio Carles Puigdemont parece dibujar su estrategia desde Waterloo: "Junts no debe nada a nadie", ha dicho, de lo que no resulta complicado leer entre líneas que su posición va a ser férrea, que no van a hacer concesiones de las que no saquen un importante rédito y que, por otra parte, no parecen tener problema con forzar y amenazar con el bloqueo. Así lo manifiesta el expresidente de la Generalitat:
"Junts no debe nada a nadie más que a sus votantes. Tampoco a politólogos espabilados, ni a tertulianos diversos, ni a seudónimos de Twitter, ni a apologetas de la abstención. Nuestros votantes, nuestro programa, nuestros compromisos han sido y son las referencias de nuestra acción política. Nos debemos a ellos. Por eso no votamos la investidura de Pedro Sánchez, ni sus Presupuestos, ni sus reformas-trampa; por eso no estuvimos en la farsa de la mesa de diálogo ni pactamos los indultos; por eso salimos del Gobierno de la Generalitat; por eso el PSC pactó con el PP para sacarnos la alcaldía de Barcelona y por eso no hemos pactado las diputaciones con el PSC. Agradezco mucho el esfuerzo de tanta gente que nos ha ayudado a mantener la posición, a pesar de las crecientes dificultades. No somos infalibles; no siempre acertamos. Pero dentro de la imperfección podemos presentar un alto grado de responsabilidad, coherencia y fidelidad, que explica nuestra resiliencia a pesar de la pérdida de votantes y un diputado. Mañana será otro día (en el exilio también) y debemos seguir defendiendo a Cataluña contra quienes nos quieren liquidar la lengua, la cultura, la nación", escribió en Twitter.
Así las cosas, mientras el PP que materializó el 155 y haría fuerza con Vox queda fuera de todo cálculo con Junts, –sin posibilidad de suma–, las opciones de PSOE-Sumar penden de un hilo abocado a sostenerse a través de la más compleja negociación.
Con todo esto en cuenta, la única fecha segura es la de la formación del pleno del Congreso: el 17 de agosto. Ese día se formará el nuevo Congreso de los Diputados. A partir de ahí, el rey Felipe VI, el jefe del Estado, irá llamando a los representantes de los diferentes grupos y propondrá un candidato a la investidura. Si ese candidato no consigue la confianza del Congreso podrá haber otro candidato, pero solamente durante dos meses. Si en dos meses ninguno consigue esta confianza, en ese hipotético escenario habrá que convocar nuevas elecciones. Se disolverán las Cortes y nos tocará de nuevo ir a votar en Navidades.