Estas han sido las primeras elecciones en las que se ha podido monitorizar de forma generalizada el comportamiento demoscópico de cada una de las formaciones políticas y la evolución del voto minuto a minuto. Sepultados como nunca en los 'trackings' y una catarata de encuestas electorales PSOE, PP, Vox y Sumar han protagonizado una carrera sin tregua en las cabeceras de todos los diarios nacionales que hoy por fin llega a la meta.
Esta vez sin embargo las urnas no garantizarán certezas absolutas y los escenarios que plantea el post 23J son múltiples. Todos los sondeos salvo el CIS de Tezanos dan como claro vencedor al Partido Popular pero también señalan a Vox como socio de investidura necesario para poder sumar una mayoría absoluta, o cerca, que haga posible la investidura de Alberto Núñez Feijóo.
Hay muchas dudas sobre si será posible la gobernabilidad tras el 23J o España está condenada al bloqueo si la suma de PP y Vox no alcanza los 176 escaños. Las preguntas, de momento sin respuesta, se acumulan. La que ha perseguido a Feijóo durante toda la campaña es si la extrema derecha entrará en su Gobierno o Vox se plegará a dar sus votos gratis sin ministerios a cambio. ¿Será capaz Abascal de mantener el pulso aunque se desplome como indican las encuestas?
Más preguntas. ¿El PSOE conseguirá salvar los muebles, incluso sumar con toda la izquierda y gobernar a pesar de perder las elecciones, o caerá por debajo de los cien escaños? En un escenario de debacle electoral ¿Podrá Pedro Sánchez aguantar como secretario general al frente de Ferraz tirando de 'Manual de Resistencia'? ¿Qué papel jugará en la izquierda Yolanda Díaz? ¿Pablo Iglesias y los dirigentes de Podemos sacrificados por Sumar se servirán una venganza fría? ¿Revalidarán sus escaños los partidos independentistas catalanes o serán víctimas del voto útil al PSOE?
El último día de campaña Alberto Núñez Feijóo fantaseaba con una mayoría absoluta a la andaluza que le libre de hacer vicepresidente a Abascal. Una hipótesis que pone los pelos como escarpias a muchos dirigentes populares. "Antes me corto el dedo meñique", bromea en privado alguno de ellos que corre el riesgo serio de quedarse sin ese apéndice de su anatomía esta noche. Desde la mayoría absolutísima de Mariano Rajoy de 2011 ni PSOE ni PP han conseguido repetir la machada de la absoluta en la presidencia del Gobierno. La tendencia demoscópica indica que Feijóo será presidente de manera clara pero tendrá que sumar con Vox. Así que a partir de ahí sólo son posibles dos escenarios. Un Gobierno del PP en solitario o con ministros de la extrema derecha. Eso o bloqueo. No hay mucho más.
Un Ejecutivo de Feijóo sin Abascal de vicepresidente. Si acaso un acuerdo programático con Vox como han firmado en Baleares. En Génova admiten que ese es su segundo mejor escenario. Calculan que si la formación de Santiago Abascal no llega a los 30 escaños como indican muchas encuestas, tendrán muy difícil exigir sillones como sí están haciendo en las negociaciones autonómicas. También creen que si la papeleta de Feijóo consigue sumar más que toda la izquierda restaría fuerza y capacidad negociadora a Vox. En una apuesta muy arriesgada, el listón lo han fijado en 160 escaños. "O arrasamos o intentarán gobernar", es la consigna.
Un Gobierno de Feijóo con Vox. Antes de arrancar la campaña el gallego fue claro. Si necesita el sí de Abascal para su investidura habrá ministros del Vox en su Gabinete. Isabel Díaz Ayuso dice que no pasa nada. "Si hay que hacerlo, se pacta". La peor pesadilla de Génova es el mejor de los sueños para los de Abascal. Quieren ser decisivos y entrar en el Gobierno. Si el PP necesita de sus votos se lo cobrarán caro aunque a diferencia del 28M, ahora evitan ser tan categóricos para que no les pase factura en las urnas. La obsesión de los dirigentes de Vox es no convertirse en irrelevantes como ocurrió en Andalucía. "Un resultado de 15 escaños en el que esos 15 escaños son decisivos para el Gobierno de España ¿es un fracaso? O de 10 escaños", señalaba el líder de la extrema derecha en una entrevista esta semana en OK Diario dejando claro que van a pelear hasta el final.
Feijóo maneja un tercer escenario para sortear un posible bloqueo. Pedirle la abstención al PSOE. "Hablaré primero con el PSOE aunque le moleste a Vox y luego con Vox aunque le moleste al PSOE", ha declarado. No parece probable que Pedro Sánchez esté por la labor. La última vez que el PP reclamó la abstención de los socialistas para investir en 2016 a Mariano Rajoy, el PSOE se abrió en canal, con la salida forzada de Sánchez mientras el partido afrontaba su peor crisis desde la II República. Eso no es problema para los populares. Se sentirán legitimados para negociar con Vox sin que el PSOE pueda censurarles. O eso dicen.
A partir de ahí, una de las principales incógnitas de esta noche electoral es cómo aguantará el PSOE. Hasta el último minuto Pedro Sánchez se ha aferrado a una remontada 'in extremis' para insuflar ánimos entre los suyos. Su quiniela: PSOE primera fuerza política. Sumar tercera y "tendremos cuatro años más de gobierno de coalición progresista", decía al filo de cerrar la campaña en una entrevista radiofónica en Onda Cero. Salvo Tezanos nadie más lo piensa.
A pesar del pinchazo del cara a cara con Feijóo ninguna encuesta le da por debajo de los cien escaños. ¿Suficiente como para salvar los muebles y mantener con mano férrea el control de Ferraz? Pedro Sánchez se ha rodeado de fieles en las listas electorales con la vista puesta en mantener la paz orgánica dentro del PSOE tras el 23J.
Tras la debacle de las elecciones autonómicas y municipales tampoco parece que ningún barón socialista está en condiciones de encabezar ninguna rebelión interna. El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, es el único que ha conseguido mayoría absoluta en su territorio y de los pocos que se han salvado de la quema. Pero él se descarta. "De ninguna manera. No", responde cuando se le pregunta. Hay quien también mira a la andaluza Susana Díaz, que de momento mira los toros desde la barrera sentada en su escaño del Senado.
Las elecciones de este domingo también podrían suponer el cierre del ciclo político que alumbró el 15M cimentado sobre la crisis económica de 2008 y que hizo saltar por los aires el bipartidismo de la mano de millones de indignados. Casi una década después el bipartidismo podría cobrarse su venganza y regresar con fuerza una vez laminados los principales líderes políticos de entonces. Dos partidos hegemónicos, PP y PSOE, y otros dos en los extremos, Vox y Sumar. Está por ver qué papel reservarán las urnas a cada uno de ellos este 23J.