Como quien no quiere la cosa, este miércoles. Feijóo lanzaba un mensaje en el que parecía alertar de algún tipo de punto oscuro en el voto por correo para el 23J, cuyo número de solicitudes ya alcanza 2,3 millones, el doble que hace cuatro años: "Pido a esos carteros, con independencia de sus jefes, que repartan todos esos votos antes de que venza el plazo". A renglón seguido, anunciaba si los funcionarios no recibían el dinero de las horas extra, él se encargaría del abono en el primer Consejo de Ministros de su gobierno.
Feijóo no ha dicho más, pero ese "con independencia de sus jefes" parecía apuntar a una mano negra que ya ha tenido respuesta por parte de Sánchez. El candidato socialista y presidente en funciones no había escuchado a su oponente, pero se ha referido a sus afirmaciones señalando que el PP ha usado demasiadas veces "la manipulación para socavar la confianza de la gente".
Los dos candidatos vienen de un cara a cara duro, donde a Feijóo parece haberle ido bien el estilo agresivo y acusador y donde Sánchez responde con acusaciones de mentiras y manipulación. Así que lo del voto por correo es un peldaño más en la escalada de tensión entre ambos, que crece mientras se acerca el 23 de julio.
Unas elecciones en las que, según los sindicatos, 2,3 millones, de electores han solicitado el voto postal. Eso es el doble que en los anteriores comicios generales y casi un 7% del censo, debido a la previsión de vacaciones de numerosos españoles.
Y mientras, Correos afirma que la seguridad de este tipo de voto "es seguro y garantista" está garantizada, también este 23J, en el que las solicitudes se han disparado. De hecho, Correos ha defendido la profesionalidad de de sus empleados y ha afirmado que la empresa "quiere mantenerse al margen de debates que pretenden socavar las instituciones y los servicios públicos del país".
También han respondido a Feijóo que "Correos dispone de las partidas presupuestarias necesarias para abonar todos los conceptos retributivos relacionados con las elecciones generales del 23J. Estas están ya aprobadas y serán abonados en la nómina correspondiente".
La convocatoria veraniega, y las alarmas encendidas por varios escándalos con este tipo de voto en las municipales del 28 de mayo, han hecho circular distintos bulos, y advertencias de "pucherazo" en el voto por correo, y claro, las declaraciones de Feijóo no aaportan tranquilidad en este tiempo de bulos.
Unidades específicas de entrega; bandejas precintadas de custodia en las oficinas de Correos, cajas fuertes, y votantes identificados aseguran -afirman en Correos- que cada sufragio llegue a la mesa correspondiente y acabe en la urna a la que el elector no ha podido acercarse con todas las medidas de seguridad necesarias.
Más allá de la propia empresa, algunos trabajadores de Correos han defendido el trabajo de la empresa pública. Es el caso de Abel Aparicio, que explicaba que este miércoles ha ido a buscar a un elector al huerto y a otro a la pista de petanca.
En cualquier caso, más allá de la entrega de la documentación, luego hay una pregunta. ¿Qué pasa después con mi voto?
Lo que ocurre es que el sufragio inicia un viaje entre medidas de seguridad para llegar a su destino. Nius te cuenta el recorrido.
Los ciudadanos entregan su voto en una oficina de Correos, que no tiene por qué ser estar en su ciudad. En el sobre, además de las papeletas seleccionadas, está incluido el certificado de inscripción que nos acredita como votantes del censo de voto por correo.
Los sobres con la documentación se trasladan desde la oficina en uno o varios paquetes a un centro de admisión y distribución.
El centro de admisiones va enviando en furgonetas los votos por correo a las unidades de reparto, que están en las oficinas de Correos asociadas a cada mesa electoral.
La mañana del 23 de julio también será jornada laboral para numerosos trabajadores de la empresa postal, que se dividen en dos grupos.
Los votos por correo se mezclan con el resto, en la urna, al final del día.
En las municipales y autonómicas celebradas el 28 de mayo, hubo un intento de fraude a través de voto por correo en varias localidades, pero la más importante fue la de Melilla, donde una presunta mafia intentaba comprar este tipo de votos.
La operativa consistía en ofrecer hasta 200 euros a personas con poco interés en la cita electoral a cambio de que pidieran el voto por correo. Una vez recibían la documentación y quedaban incluidos en ese censo, los sobornados ya no tenían nada más que hacer, solo devolver la documentación (sin elegir papeleta) a los compradores y quedarse en su casa el día de las elecciones.
La organización se encargaba de llevarlos a las oficinas de correos, algo para lo que hasta ahora no necesitaba una identificación.
Para evitar estos casos, se ha hecho obligatorio que los votantes se identifiquen a la hora de presentar su sufragio en la oficina de Correos y que si se lo encargan a alguien, esa persona debe ir con una autorización firmada y con DNI.
Correos no se cansa de insistir en que estamos ante un proceso seguro y hay datos que no revela para salvaguardar la seguridad de un proceso que este año va a batir todos los récords de nuestro país.