Dori Majali fue una de las heridas graves del 11M. Su tren estalló en la calle Téllez y ella estaba sentada muy cerca de la bomba. Dos hombres, sentados frente a ella, se llevaron la peor parte. Hicieron de pantalla ante la onda expansiva y fallecieron, pero ella también resultó herida muy grave. "Lo primero que hice tras abrir los ojos fue poner las dos manos en el suelo para intentar levantarme y salir corriendo. Fue imposible, tenía las dos piernas destrozadas".
Recuerda con angustia las explosiones, el ruido, la luz, su cuerpo como cayendo a cámara lenta, el olor a carne quemada, los muertos, los trozos de personas... Cada marzo desde hace 19 años siente angustia, ganas de vomitar casi al pensar en el atentado, por eso no pisa ninguna estación hasta que pasa el aniversario.
Con todo. Dori fue una de las mejores pacientes del Ramón y Cajal. Al llegar cerró los ojos pensando que iba a morir, pensando que no volvería a ver a su hijo de 3 años, y cuando los abrió en la UCI, rodeada de médicos, psicólogo y psiquiatra para ayudarla a asumir la amputación de una de sus piernas, ella sonrió y dijo "ah bueno, ¿sólo una? Creía que eran las dos. Todavía tenemos posibilidad de ponernos zapatos de tacón".
Su optimismo es brutal, como su dolor físico. Ha pasado por 20 operaciones, le reamputaron la pierna y como su cuerpo está lleno de metralla en movimiento, a veces tienen que intervenirla para retirársela. La última ocasión fue el pasado febrero.
Tras el atentado crio dos hijos, estudió Derecho y se convirtió en la presidenta de la Asociación de Víctimas del 11-M, pero no todo son logros. Admite que sus vidas son muy complicadas. Además del dolor físico todos sufren problemas psicológicos y 19 años después sigue en terapia.
"La sensación de que todo lo que va bien puede estropearse, el pánico...Eso lo sentimos todos". También tienen problemas laborales porque hoy por ejemplo, muchos son incapaces de ir a trabajar y sus empresas no lo entienden. "¿Han pasado 19 años, aún no lo has superado?", les dicen. Ahí Dori se enfada como al hablar del olvido. Se sienten completamente olvidados por una sociedad "que sólo se acuerda del 11M en el aniversario. Las víctimas del 11M necesitamos respeto y recuerdo".
Nos cuenta su lucha en la representación de 700 de las víctimas del 11M rodeada por los más de 200 tomos de la sentencia. Uno de sus principales objetivos este año es que el 11M no prescriba el próximo aniversario, cuando se cumplan 20 años. La propia sentencia, dice Dori, afirma que hay más implicados, yihadistas que no han sido juzgado. Si nada lo impide aunque haya información para continuar las investigaciones, no podrían enjuiciarles.